El anciano
Flaimer se esforzaba por continuar con el hechizo de fuego que mantenía a ralla a la
horda de ultratumba que amenazaba a los elfos. De repente, tan solo por un
instante, un hormigueo recorrió sus extremidades y su visión se hizo borrosa.
Esa sensación le trajo fugaces recuerdos
a su memoria. Aquellos recuerdos le
llevaron a su adolescencia mientras aprendía magia en el Bastión. “No sigas” le
había gritado su mentor con urgencia mientras el muchacho se esforzaba por
controlar un encantamiento. “Lo puedo conseguir” había afirmado él empeñándose,
pero de repente su vista se nubló y cayó fulminado al suelo. Recordó despertar
en la cama de su habitación profundamente abatido mientras su maestro lo velaba sentado a su
lado. “¿Qué me ha pasado?” Preguntó a su
mentor que ahora sonreía al verlo despertar. La charla que vino después fue una
de las lecciones más importantes que aprendería de sus maestros del Bastión.
Con dulzura y sosiego su maestro el explicó que la magia nace de la misma vida.
El control mágico que cada persona ejerce sobre su elemento tiene un límite. El
abuso de la magia conlleva un agotamiento tremendo para el cuerpo y la mente. Entrenar
y aprender a dominar la magia puede aumentar la resistencia de los hechiceros
pero ese aprendizaje debía hacerse con sabiduría y sosiego, de lo contrario
podría significar la muerte.
La barrera de
llamas empezó a debilitarse; ahora Titón era consciente de que estaba llegando
a su límite y si continuaba pondría en
riesgo su propia vida. Detrás del anciano se alzó la voz de Finred, que parecía
haber leído su pensamiento:
- ¡Vamos Titón si te agotas no
podrás escapar! ¡Ya hemos evacuado a todo el mundo!
Titón aceptó
el consejo de su compañero y poco a poco fue disminuyendo su concentración
haciendo que la barrera de fuego desapareciera progresivamente. Muchos muertos
habían sido calcinados pero aún quedaban unas cuantas docenas que esperaban
tras el muro. El capitán Troll había dado la orden a su legión de que
permanecieran a la espera y no se arriesgaran
a ser afectados por el fuego. Titón y Finred quedaron asombrados pues pensaban
que los esqueletos actuaban como animales, guiados por un instinto asesino,
pero al parecer tenían capacidad de razonar e ideas propias. Eso no era buena
noticia.
Los dos magos corrieron
hacia al bosque intentando dejar atrás al enemigo cuando unos de los árboles
que ardían cayó justo entre los dos
magos separándolos. Las llamas se elevaron varios metros haciendo imposible
esquivarlas. El anciano Titón había quedado atrapado entre el ejército de
muertos y la aldea, por su parte, Finred tenía posibilidades de continuar
corriendo para refugiarse en el bosque.
- ¡Finred, corre todo lo que
puedas, nos encontraremos en el interior del bosque! –gritó Titón-.
El elfo sopesó
las palabras del anciano mientras miraba frenético alrededor tratando de
encontrar una vía de escape para su aliado. Las llamas crepitaron con violencia
y se alzaron aún más haciendo insoportable el calor.
- ¡Buscaré ayuda, aguanta! – la voz
del elfo destilaba culpabilidad. Aquel mago había arriesgado su vida por ayudar
a su pueblo, debía encontrar una forma
de rescatarlo.
El viejo
Flaimer corrió unos metros alejándose de la arboleda incendiada. A pesar de que
el fuego era su elemento y el calor le resultaba agradable, el descontrol de
las llamas había tornado la situación en peligrosa, sobre todo ahora que su
poder estaba al límite. En ese instante unas figuras salieron de entre unas cabañas situadas a la
espalda del mago.
- ¡Auxilio!- las voces suplicantes hicieron fluir la adrenalina del
mago.
Una pareja de
elfos ancianos eran perseguidos muy de cerca
por un pequeño destacamento de esqueletos que habían logrado esquivar el
fuego. Los infelices trataban de poner distancia con sus perseguidores pero sus
movimientos eran lentos y torpes, pronto serían alcanzados. Titón, siendo consciente de que le quedaban
muy pocas fuerzas, conjuró un pequeño orbe de fuego, una minúscula voluta que
flotaba en su mano y resplandecía con un fulgor rojizo. El hechizo se convirtió en una furiosa llama que bailaba
en la mano del viejo mago. Con un poco más de concentración la bola de fuego se
hizo más grande hasta alcanzar el tamaño de una gran calabaza. Extendió el brazo
apuntando hacia el grupo de muertos y
proyectó la bola que viajó a gran velocidad. El conjuro impactó de lleno en el
escudo del esqueleto que iba más adelantado y una gran explosión de llamas hizo
saltar por los aires a todo el destacamento. Huesos en llamas y cenizas fue lo
único que quedo de los atacantes. Los ancianos, impulsados por la onda
expansiva del hechizo, rodaron por el suelo pero pronto reanudaron su huida, no
sin antes lanzar una mirada de agradecimiento a Titón.
Titón se
dispuso a seguir el ejemplo de los ancianos elfos cuando su vista se nubló un
instante y a punto estuvo de caer. El último conjuro había terminado con sus
reservas de energía y ahora sus piernas se negaban a obedecer. De repente una
fatiga muy intensa se apoderó del viejo Flaimer que tuvo que arrodillarse para
no caer al suelo bruscamente. El combate contra Górmul; el hechizo de barrera
de fuego y el último azote de llamas había dejado su reserva mágica totalmente
agotada.
Mientras
jadeaba por el agotamiento, Titón alzó la vista para encontrarse con su
perdición. Los muertos se habían dado cuenta de la debilidad del mago y se
acercaban riendo con carcajadas escalofriantes. Los movimientos de sus enemigos
y el roce de unos huesos con otros arrojaban un sonido horrible parecido al de
cientos de serpientes cascabel acercándose a su presa. Estaba perdido.
Arrodillado y
vencido, el anciano sintió temblar el suelo. El gran troll se acercaba haciendo vibrar el terreno con sus grandes
pies. Los esqueletos dejaron paso a su Capitán que se acercaba furibundo hacia
la posición del mago. El anciano Flaimer se lamentó por su torpeza, había
agotado su fuerza y ahora estaba indefenso.
El gigantesco Troll se paró
frente al mago.
- Viejo estúpido, nadie puede
parar a la Legión de Muertos. Ahora tu muerte nos convertirá en más poderosos,
prepárate para formar parte de la perdición de este mundo – la voz de la bestia
sonaba atascada y gutural, como si sus cuerdas vocales estuvieran impregnadas
de arena.
Mientras el
Troll levantaba su gigantesca maza para asestarle un golpe de muerte, Titón
comprendió lo que quería decir: Al morir se convertiría en uno de ellos.
Justo cuando
el Troll iba a descargar su maza sobre la cabeza de Titón el sonido de un
trueno retumbó muy cerca y varios esqueletos cayeron fulminados por una magia
desconocida. El Troll, muy enfadado, miró hacia el lugar del que provenía el
hechizo olvidándose del mago. El anciano Flaimer hizo lo mismo, giró su cabeza
para ver al responsable del conjuro que le había salvado momentáneamente la
vida y se quedó totalmente helado: ¡¡¡Era Górmul!!!
Gran historia,me deja con la misma intriga de siempre...
ResponderEliminarole mi maestro que es un chuleta
ResponderEliminarAarón y Peque Y Lumi
Me a encantado tu historia
ResponderEliminarElisea
Maestro eres el mejor demudo Luis g
ResponderEliminarholaaaaa maestro soy Antonio de 6 tu historia es muy interesante y la verdad es que da un poco de miedo.
ResponderEliminares muy guay la historia, para mi la historia es de terror
ResponderEliminarAquí sigo indignadísima y enganchada!!!
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