jueves, 26 de abril de 2018

CAP 27: La caída de Nymerion


El estridente pitido  de la tetera interrumpió la conversación. Los minutos pasaban despacio y la gravedad de Domi mantenía a las dos primas en un estado de nervios que únicamente era aletargado por la entretenida charla que mantenían con su anfitriona. 

Elarien, en compensación por haberles leído la mente, les habló un poco de su pasado. 

Nació en la isla de Nymerion, en la zona occidental del mar Insondable. Durante años la civilización a la que pertenecía avanzó gracias a innovaciones mágicas que permitían alterar la naturaleza. Dominaban el clima casi a voluntad y alteraban el relieve de las costas y montañas en beneficio propio. Los cultivos eran  excelentes, las cosechas abundantes y no faltaban recursos naturales de ningún tipo. Con tal riqueza, muchos pueblos pidieron ayuda a la isla, por lo que la exportación de alimentos y recursos  llenó las arcas de la ciudad de plerio y oro.   

Los líderes de su sociedad, cegados por la codicia, no tuvieron en cuenta las consecuencias de usar ese tipo de magia de forma descontrolada y pronto la naturaleza se reveló. Nymerion sufrió en poco tiempo toda clase de catástrofes. Los mares, antes generosos en pesca, comenzaron a quedarse desiertos y ni tan siquiera los hechizos más concienzudos fueron capaces de traer vida a sus aguas. Las montañas que antes rebosaban plerio, gemas  y metales preciosos quedaron huecas y en su lugar aparecieron ríos de fuego que brotaban de las entrañas  de la tierra, expulsando gases ponzoñosos y cenizas que ocultaban el sol durante muchas lunas. Las tierras fértiles se tornaron en eriales, agotada toda su capacidad para dar vida a las cosechas.   

El pueblo de Nymerion padeció terribles hambrunas. En las casas faltaban los alimentos más básicos y la población pedía a gritos ayuda desesperada. Unos pocos, entre ellos Elarien, plantaron cara a los líderes de la isla e imploraron que cesaran de alterar mágicamente la naturaleza de la misma. Los sabios consejos de la sanadora fueron desoídos. Con soberbia y sin ceder en su empeño, los magos al servicio de los gobernantes propusieron nuevos hechizos para que la tierra volviera a ser rica y fértil. Las  medidas fueron un completo desastre y empeoraron la situación dando  lugar a numerosas protestas que desembocaron en violencia. El caos se apoderó de Nymerion, los magos hacían la guerra en las calles para imponer su voluntad y las gentes sencillas morían  como consecuencia de las contiendas y del hambre.
El corazón cansado de Elarien no soportó más el dolor y se hizo al mar con un pequeño velero en busca de un lugar en el que vivir en armonía con la naturaleza, buscando la paz que ansiaba su espíritu pacífico. Poco a poco la isla que había sido su hogar se iba haciendo más pequeña en el horizonte cuando una horrible explosión alteró toda la atmósfera. Aterrorizada, fue testigo de  como Nymerion era tragada por las aguas, cansada de los maltratos y abusos  de una "civilización"  sin escrúpulos. Asomada a la cubierta de su velero dejó que sus lágrimas se perdieran en la inmensidad del mar. Fue entonces, mientras contemplaba el cataclismo de su hogar, cuando se juró a si misma que jamás utilizaría la magia con fines destructivos ni para alterar el entorno en beneficio propio. 

- Elarien, alguien como tú nos sería muy valiosa en nuestra misión ¿Por qué no nos acompañas? - preguntó Diana tras escuchar la historia de la sanadora. 

- Eso es imposible, ya has oído mi historia, juré que no volvería a usar mi magia para dañar a nada ni a nadie. No faltaré a mi promesa por noble que sea vuestra causa. Siento deciros que no tomaré parte en esta guerra, no es asunto mío -sentenció  la elfa con aire sombrío-. 
- Pero ya has faltado a tu promesa -rebatió Teilla- en el bosque atacaste al Liche  para que nos dejara en paz. Si lo has hecho una vez puedes volver a hacerlo, no tiene sentido ocultarse, al final la destrucción de Górmul nos alcanzará a todos si no lo detenemos.
- No fue exactamente así querida niña - contestó Elarien condescendiente- mi hechizo no era para atacar al Liche, era  para sanaros. Es un sortilegio sencillo de curación, una bendición para devolver el ánimo al espíritu cansado y recobrar las fuerzas –Teilla recordó que la luz invocada por Elarien le devolvió el ánimo y la fuerza cuando estaba aterrada, todo tenía sentido-. Seguramente, lo que ahuyentó a esa criatura infame fueron las buenas vibraciones del sortilegio. Los seres como el Liche odian profundamente todo aquello que les recuerda a su parte humana. 

Un golpe en la sala contigua provocó que todos saltaran de sus asientos.
- ¡Viene de la habitación en la que está Domi!- exclamó Diana mientras corría-.
Al llegar vieron que uno de los frascos que descansaba en la mesilla cercana a la cama estaba en el suelo y la mano de Domi estaba… ¡encima de la mesa!
- ¡Está viva! - gritó Diana que corrió hacia el lecho su compañera.
Domi se desperezaba. Sentía su cuerpo terriblemente cansado, le dolía cada músculo…si fuera posible habría afirmado que hasta su cabello. En su mente, una ligera brisa retiró la bruma de muerte que se cernía sobre sus pensamientos. Aún aturdida, una  fuerte presión rodeo su pecho y su espalda…entonces se dio cuenta, Diana la abrazaba con fuerza mientras le susurraba al oído: “gracias”. 

La guardiana no se había recuperado de su sorpresa, cuando un brazo rodeó con suavidad su cuello y notó la suavidad del pelo de Teilla acariciando su rostro. Una tormenta de sentimientos despertó en el interior de Domi que pensó que temblaba hasta que comprobó que eran los sollozos de las primas lo que la hacía vibrar. Algo se rompió en su interior, una oleada de recuerdos colapsaron su mente, el sonido de la risa, un guiño de complicidad y un tiempo de felicidad…la guardiana devolvió el abrazo a sus dos compañeras y lloró con ellas. No fue un llanto amargo y triste pues con cada lágrima que se desbordaba por su mejilla, Domi sentía que se liberaba de una pesada carga. Reconfortadas en el abrazo, las tres permanecieron largo rato juntas, sin hablar, reconciliando sus almas y sus sentimientos. 

En la distancia Elarien observaba conmovida. Sabía que aquellas tres muchachas tenían una herida profunda que hoy empezaba a cicatrizar y que no solo había sanado a Domi de la corrupción del Liche, sino que las había liberado de una corrupción más profunda y peligrosa. Las dejó llorar en la intimidad pensando que la magia más valiosa no está al servicio de los grandes magos sino al alcance de los humildes dispuestos a perdonar. 

Tras un rato, las tres compañeras aparecieron en la cocina donde Elarien preparaba algo de comer, Diana y Teilla sujetaban a Domi que aún estaba tan cansada que era incapaz de sostenerse en pie por sí sola. Elarien, visiblemente aliviada de que la joven hubiera vencido a la corrupción del Liche, sirvió a sus invitadas un contundente almuerzo. Domi comió como si llevara meses sin probar bocado y se deshacía en halagos hacia la cocinera. Mientras daban buena cuenta del postre, le contaron todo lo sucedido, pues sus recuerdos estaban borrosos. La misma Domi bromeó mientras devoraba un trozo de tarta de zanahoria, que de no haber funcionado el trasvase de energía, una porción de aquel pastel hubiera bastado para resucitarla.
Pasaron aquella noche  y la mañana del día siguiente en la casa de Elarien. Domi se había librado de la muerte pero le costó trabajo recuperar las fuerzas suficientes para retomar el camino. Durante la mañana, la guardiana habló seriamente con las dos primas:
- Apenas puedo caminar –dijo Domi visiblemente avergonzada- marchaos sin mí. Buscad a los duendes, no podéis perder el tiempo esperando que me recupere.
- No –dijo tajante Teilla-. Lo hemos estado hablando durante la noche y hemos decidido que no volveremos a separarnos –añadió algo nerviosa la adivina mientras Diana afirmaba con la cabeza apoyando lo que decía su prima-.
- Además Elarien dice que pronto estarás recuperada, esperaremos –sentenció Diana dando por concluida la discusión. 

A lo largo de la tarde Domi sintió que sus músculos recuperaban su fuerza. Después de almorzar abundantemente, las energías volvieron a su ser y se sintió preparada para partir. A pesar de que pronto oscurecería, decidieron partir sin demora. Elarien les había dado indicaciones para atravesar el  bosque, y a pesar del riesgo de perderse, estaban decididas a no dormir y recuperar el tiempo perdido. 

La dorada luz del atardecer despedía el día y todas sintieron enormemente tener que partir tan pronto, Elarien las había socorrido y cuidado. Aunque retomaban el camino unidas, en ellas se había sembrado la semilla de la duda, si habían estado a punto de perecer ante la primera amenaza ¿Serían capaces de llevar a buen puerto su misión?
Ya en el umbral de la puerta, las tres compañeras besaron a Elarien y se deshicieron en agradecimientos.
- Tan solo procurad que no os  vuelva a "dar la mano" un Liche -bromeó la elfa mirando a Domi y está le devolvió una sonrisa.
- Aún estás a tiempo de venir con nosotras- le recordó Teilla- Nymerion no tenía salvación pero Dámbil aún tiene una posibilidad de salvarse.
- Esa misión os corresponde a vosotras, Teilla. Ya os he dado dos herramientas muy valiosas para vuestro viaje. No dudéis en usar el trasvase de energía para elaborar magia más poderosa.
- Esa es una, pero ¿cuál es la segunda herramienta?- interrogó Diana que estaba al tanto de la conversación-.
- Deberías de saberla ya. Demostrad que sois dignas de la confianza que han depositado en vosotras. Sin esta segunda herramienta no conseguiréis salir de este bosque. Os deseo la mejor de las suertes, miembros del Consejo - y diciendo esto, se giró perdiéndose en su refugio-. 

Confusas continuaron su camino con el corazón dividido, por un lado ensombrecido por las dudas y el sabor amargo de la despedida y por otro, ligero y animoso por haber recuperado la amistad hace tiempo perdida. Andaban con cautela guiadas por la luz de la antorcha que portaba Domi. La oscuridad al amparo de la foresta era casi absoluta y en cada rincón acechaban peligros invisibles.
- Creo que ya sé cual es la segunda herramienta -dijo Domi dirigiéndose a Teilla -
- ¿De qué se trata? - dijo apresurada Teilla que también llevaba varias horas dando vueltas al enigma-.
- No quiero darte falsas esperanzas, de momento quiero guardarme mis conjeturas –dijo enigmática la guardiana.

Teilla no quiso insistir, si Domi había descubierto algo seguro que se lo contaría cuando fuera necesario y continuaron su travesía por el bosque Sombrío. No pasó mucho rato cuando Domi se paró de improviso y se quejó de un fuerte espasmo en la herida del brazo que casi le hace tirar la antorcha al suelo.
- ¿Estás bien? - se interesó Diana.
- No, no estoy bien, no es solo el dolor del brazo, hay algo más, es una sensación reciente, como cuando estaba tendida en la cama tratando de despertar -dijo visiblemente afectada la guardiana-.
- ¡Shhhhhhh! -mandó callar Teilla- ¿Escucháis eso?
- Yo no escucho nada - contestó Diana-.
- ¡Exacto! Ni animales ni el susurro del viento… ¡Nada!
- Está aquí ¿verdad? - preguntó Domi sorprendentemente tranquila.
- Creo que sí -contestó Teilla - empiezo a sentir mucho frío, igual que la última vez. 

Intuitivamente las tres compañeras se acurrucaron juntando hombro con hombro. Había un mutismo absoluto, la expectación era agobiante y Domi acusaba en su herida la cercanía de la criatura que estuvo a punto de matarla. Ante la sorpresa de todos, Teilla dio un paso al frente y gritó con todas sus fuerzas:
- ¡Sal de tu escondite! ¡Si quieres nuestra magia tendrás que venir a por ella!
- Muerteeeeeeeeeee - se dejó oír como respuesta. Una voz entre arenosa y estridente que sembraba el terror en el espíritu del más valiente-.

Alarmadas, todas alzaron sus miradas hacia el lugar de donde provenía la escalofriante voz. En lo alto de un sauce y oculto tras las ramas, el Liche las acechaba oculto como una bestia nacida del más oscuro rincón del infierno. Con un movimiento eléctrico, abandonó la rama desde la que vigilaba y aterrizó a escasos metros de Teilla marchitando la hierba bajo sus pies. Caminó pausadamente, saboreando la cercanía y el miedo de sus víctimas. Sus ojillos brillaban poseídos de una luz trémula y maliciosa mientras de su boca brotaba una repugnante baba rosada. Teilla, retrocedía poco a poco intentando mantener la distancia con su adversario.
- Chicas, tengo una idea pero os necesito –dijo Teilla susurrando pero increíblemente tranquila-.  
- Estamos contigo – contestó Diana situada solo un paso por detrás de su prima-. 

El Liche se acercaba contoneando el cuerpo como un felino a punto de saltar sobre su presa. Teilla mantenía la distancia con la criatura manteniendo su bastón en posición defensiva mientras sus compañeras la acompañaban prácticamente  pegadas a su espalada. Domi trataba de resistir el terrible dolor que atenazaba su brazo, cada paso del Liche se reflejaba en su extremidad como una puñalada certera.
- Recordáis el trasvase de energía que hizo Elarien, necesito que me dejéis acceder a vuestras reservas de magia ¡Ahora! –gritó Teilla dando la orden justo cuando el Liche se abalanzaba sobre ellas.

Domi y Diana pusieron sus manos en los hombros de la adivina y conjuraron su poder elemental. Tal y como había visto hacer a Elarien, Teilla accedió a la fuente de poder de cada una de sus compañeras e invocó un hechizo increíblemente potenciado. El bastón desprendía una luminosidad blanca casi nuclear y canalizó toda la fuerza del encantamiento sobre el cuerpo de su adversario. Al recibir la descarga de luz, el Liche quedó inmovilizado. La piel del demonio empezó a desintegrarse en jirones humeantes mientras se revolvía y contorsionaba en posiciones imposibles.  El alarido final de la criatura dejó su eco grabado en aquella zona  del bosque. El Liche desapareció y su espíritu fue desterrado  a un mundo de sombras del que era imposible escapar. 
- ¿Hemos…hemos ganado? - preguntó Diana-.
Teilla, sonriendo, asintió con la cabeza.
-¿Pero qué clase de hechizo usaste para vencerlo? La primera vez no fuimos capaces de hacerle nada con nuestros poderes elementales -añadió sorprendida Domi-.
- Simplemente usé un hechizo que me enseñó Rafi para el dolor de muelas.
- ¿Cómo? ¡¡Para el dolor de muelas!! Pero no lo entiendo...
- Muy sencillo. Cuando Elarien nos confesó que ella no había atacado al Liche sino que nos trataba de ayudar a nosotras,  me sorprendí muchísimo pero entendí que la magia curativa tenía el poder de dañarlo. Esencialmente, sanar es un ejercicio altruista y de profunda bondad, es exactamente lo opuesto a lo que es un Liche; un ser corrupto y malvado. Al usar un hechizo de curación, amplificado gracias al trasvase de energía, le dimos una dosis de bondad imposible de soportar para un ser tan oscuro.
- Entonces ¿Esa era la segunda herramienta de Elarien? ¿La clave era el hechizo de curación? –preguntó Diana-.
Entonces intervino Domi dispuesta a desvelar sus pensamientos:
- Sí y no, es decir ¡Míranos! Salimos de aquel refugio llenas de dudas y de miedos, habíamos estado a punto de morir en el primer contratiempo del viaje. Ahora estamos eufóricas y llenas de confianza tras haber vencido a un terrible enemigo. Creo que habíamos perdido la fe en nosotras mismas y gracias a Elarien la hemos recuperado. Esa es la segunda herramienta- afirmó con seguridad-.
Teilla permaneció unos segundos asimilando la información.
- ¿Crees que algún día la volveremos a ver? - preguntó Diana con nostalgia.
- ¿Qué te parece si cuando termine esta endemoniada guerra volvemos a visitarla? -propuso Domi sonriendo-.
- ¡Así se habla! - exclamó Diana entusiasmada-.

                Al cabo de unas horas, las tres compañeras llegaron a la frontera del Bosque Sombrío. El mar de árboles llegaba a su fin y la luz fría del amanecer teñía el horizonte de bronce. Al cruzar la última línea de árboles las tres componentes del Consejo ahogaron un grito de terror. Frente a ellas, la llanura en la que se alzaban los asentamientos de los duendes estaba totalmente arrasada. De la tierra descarnada por el paso de miles de criaturas brotaba una neblina azulada que hacía del paisaje un espectáculo curiosamente siniestro.
- ¡Oh no! –Exclamó Diana- Está todo arrasado, las casas, los caminos… ¡Es terrible!
- Por aquí han pasado los muertos, no hay duda, un ejército inmenso que iba rumbo al norte –afirmó Domi  que estaba agachada observando las huellas y rastros del terreno-.
- ¡Hemos gastado cuatro días para nada! -dijo desesperada Diana-.
-Me niego a creer que los duendes hayan sido aniquilados –dijo Domi-. Podemos volver ahora al Bastión sin ayuda, conocemos el camino y en dos días podríamos regresar a casa pero…
- Pero no llevaremos ayuda –dijo Teilla terminando la frase de su compañera y Domi afirmó con la cabeza-.
- ¿Qué haremos? ¿Has visto alguna señal, alguna profecía que nos pueda ayudar? – preguntó Diana mirando a Teilla.

La adivina quedó pensativa tras la pregunta de su prima. Durante aquellos días no había visto nada, después de los malos augurios en el bosque Sombrío, no  presentía nada. Sus compañeras necesitaban una respuesta, tenían que tomar una decisión. Volver al Bastión sin ayuda o continuar su misión esperando encontrar a los duendes. El problema era que ya habían agotado más de la mitad del tiempo destinado para la misión…

- ¡Olvídate de las profecías! ¿Qué te dice tu corazón? -preguntó Domi con una sonrisa-.
Teilla miró a la guardiana y entonces lo vio claro. No necesitaba visiones para comprender que aquella aventura las había llevado por un camino tortuoso con frutos dulces. Conocieron a Elarien que les enseñó una magia poderosísima, vencieron al Liche recuperando la confianza en ellas mismas y lo más importante, en el camino habían dejado el odio y el rencor ¡Qué más señales necesitaba!
- Mi corazón me dice que aún hay duendes vivos y que cuando los encontremos estarán deseando vengarse por el mal que les ha hecho Górmul –dijo la adivina más segura que nunca de sus palabras-. 

Y así partieron, al amparo de un trémulo amanecer se internaron por la llanura en busca de los duendes. Las tres, unidas  y más decididas que nunca.

4 comentarios:

  1. saca a los de mas que Na mas que sacas a ellas
    ELISEA Y EL PALLO TONI Y EL PALLO GORRAS

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  2. Maestro la verdad es que esta mu chulilla por la mama TEIYA

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  3. Maestro, me encantan tus historias, eres el mejor del mundo.
    Juan

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  4. Maestro porlo guacharro de tu gato que no evisto istoria mas guapa ROSA

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