El estridente
pitido de la tetera interrumpió la
conversación. Los minutos pasaban despacio y la gravedad de Domi mantenía a las
dos primas en un estado de nervios que únicamente era aletargado por la
entretenida charla que mantenían con su anfitriona.
Elarien, en compensación por
haberles leído la mente, les habló un poco de su pasado.
Nació en la
isla de Nymerion, en la zona occidental del mar Insondable. Durante años la
civilización a la que pertenecía avanzó gracias a innovaciones mágicas que
permitían alterar la naturaleza. Dominaban el clima casi a voluntad y alteraban
el relieve de las costas y montañas en beneficio propio. Los cultivos eran excelentes, las cosechas abundantes y no
faltaban recursos naturales de ningún tipo. Con tal riqueza, muchos pueblos
pidieron ayuda a la isla, por lo que la exportación de alimentos y recursos llenó las arcas de la ciudad de plerio y oro.
Los líderes de
su sociedad, cegados por la codicia, no tuvieron en cuenta las consecuencias de
usar ese tipo de magia de forma descontrolada y pronto la naturaleza se reveló.
Nymerion sufrió en poco tiempo toda clase de catástrofes. Los mares, antes
generosos en pesca, comenzaron a quedarse desiertos y ni tan siquiera los
hechizos más concienzudos fueron capaces de traer vida a sus aguas. Las
montañas que antes rebosaban plerio, gemas y metales preciosos quedaron huecas y en su
lugar aparecieron ríos de fuego que brotaban de las entrañas de la tierra, expulsando gases ponzoñosos y
cenizas que ocultaban el sol durante muchas lunas. Las tierras fértiles se
tornaron en eriales, agotada toda su capacidad para dar vida a las cosechas.
El pueblo de
Nymerion padeció terribles hambrunas. En las casas faltaban los alimentos más
básicos y la población pedía a gritos ayuda desesperada. Unos pocos, entre
ellos Elarien, plantaron cara a los líderes de la isla e imploraron que cesaran
de alterar mágicamente la naturaleza de la misma. Los sabios consejos de la
sanadora fueron desoídos. Con soberbia y sin ceder en su empeño, los magos al
servicio de los gobernantes propusieron nuevos hechizos para que la tierra
volviera a ser rica y fértil. Las
medidas fueron un completo desastre y empeoraron la situación dando lugar a numerosas protestas que desembocaron en
violencia. El caos se apoderó de Nymerion, los magos hacían la guerra en las
calles para imponer su voluntad y las gentes sencillas morían como consecuencia de las contiendas y del
hambre.
El corazón
cansado de Elarien no soportó más el dolor y se hizo al mar con un pequeño
velero en busca de un lugar en el que vivir en armonía con la naturaleza,
buscando la paz que ansiaba su espíritu pacífico. Poco a poco la isla que había
sido su hogar se iba haciendo más pequeña en el horizonte cuando una horrible explosión
alteró toda la atmósfera. Aterrorizada, fue testigo de como Nymerion era tragada por las aguas,
cansada de los maltratos y abusos de una
"civilización" sin escrúpulos.
Asomada a la cubierta de su velero dejó que sus lágrimas se perdieran en la
inmensidad del mar. Fue entonces, mientras contemplaba el cataclismo de su
hogar, cuando se juró a si misma que jamás utilizaría la magia con fines
destructivos ni para alterar el entorno en beneficio propio.
- Elarien, alguien como tú nos
sería muy valiosa en nuestra misión ¿Por qué no nos acompañas? - preguntó Diana
tras escuchar la historia de la sanadora.
- Eso es imposible, ya has oído
mi historia, juré que no volvería a usar mi magia para dañar a nada ni a nadie.
No faltaré a mi promesa por noble que sea vuestra causa. Siento deciros que no
tomaré parte en esta guerra, no es asunto mío -sentenció la elfa con aire sombrío-.
- Pero ya has faltado a tu
promesa -rebatió Teilla- en el bosque atacaste al Liche para que nos dejara en paz. Si lo has hecho
una vez puedes volver a hacerlo, no tiene sentido ocultarse, al final la
destrucción de Górmul nos alcanzará a todos si no lo detenemos.
- No fue exactamente así querida
niña - contestó Elarien condescendiente- mi hechizo no era para atacar al
Liche, era para sanaros. Es un
sortilegio sencillo de curación, una bendición para devolver el ánimo al
espíritu cansado y recobrar las fuerzas –Teilla recordó que la luz invocada por
Elarien le devolvió el ánimo y la fuerza cuando estaba aterrada, todo tenía
sentido-. Seguramente, lo que ahuyentó a esa criatura infame fueron las buenas vibraciones
del sortilegio. Los seres como el Liche odian profundamente todo aquello que
les recuerda a su parte humana.
Un golpe en la sala contigua
provocó que todos saltaran de sus asientos.
- ¡Viene de la habitación en la
que está Domi!- exclamó Diana mientras corría-.
Al llegar vieron que uno de los
frascos que descansaba en la mesilla cercana a la cama estaba en el suelo y la
mano de Domi estaba… ¡encima de la mesa!
- ¡Está viva! - gritó Diana que
corrió hacia el lecho su compañera.
Domi se
desperezaba. Sentía su cuerpo terriblemente cansado, le dolía cada músculo…si
fuera posible habría afirmado que hasta su cabello. En su mente, una ligera
brisa retiró la bruma de muerte que se cernía sobre sus pensamientos. Aún aturdida,
una fuerte presión rodeo su pecho y su
espalda…entonces se dio cuenta, Diana la abrazaba con fuerza mientras le
susurraba al oído: “gracias”.
La guardiana
no se había recuperado de su sorpresa, cuando un brazo rodeó con suavidad su
cuello y notó la suavidad del pelo de Teilla acariciando su rostro. Una
tormenta de sentimientos despertó en el interior de Domi que pensó que temblaba
hasta que comprobó que eran los sollozos de las primas lo que la hacía vibrar.
Algo se rompió en su interior, una oleada de recuerdos colapsaron su mente, el
sonido de la risa, un guiño de complicidad y un tiempo de felicidad…la
guardiana devolvió el abrazo a sus dos compañeras y lloró con ellas. No fue un
llanto amargo y triste pues con cada lágrima que se desbordaba por su mejilla,
Domi sentía que se liberaba de una pesada carga. Reconfortadas en el abrazo,
las tres permanecieron largo rato juntas, sin hablar, reconciliando sus almas y
sus sentimientos.
En la
distancia Elarien observaba conmovida. Sabía que aquellas tres muchachas tenían
una herida profunda que hoy empezaba a cicatrizar y que no solo había sanado a
Domi de la corrupción del Liche, sino que las había liberado de una corrupción
más profunda y peligrosa. Las dejó llorar en la intimidad pensando que la magia
más valiosa no está al servicio de los grandes magos sino al alcance de los
humildes dispuestos a perdonar.
Tras un rato,
las tres compañeras aparecieron en la cocina donde Elarien preparaba algo de
comer, Diana y Teilla sujetaban a Domi que aún estaba tan cansada que era
incapaz de sostenerse en pie por sí sola. Elarien, visiblemente aliviada de que
la joven hubiera vencido a la corrupción del Liche, sirvió a sus invitadas un
contundente almuerzo. Domi comió como si llevara meses sin probar bocado y se
deshacía en halagos hacia la cocinera. Mientras daban buena cuenta del postre,
le contaron todo lo sucedido, pues sus recuerdos estaban borrosos. La misma Domi
bromeó mientras devoraba un trozo de tarta de zanahoria, que de no haber
funcionado el trasvase de energía, una porción de aquel pastel hubiera bastado para
resucitarla.
Pasaron
aquella noche y la mañana del día
siguiente en la casa de Elarien. Domi se había librado de la muerte pero le
costó trabajo recuperar las fuerzas suficientes para retomar el camino. Durante
la mañana, la guardiana habló seriamente con las dos primas:
- Apenas puedo caminar –dijo Domi
visiblemente avergonzada- marchaos sin mí. Buscad a los duendes, no podéis perder
el tiempo esperando que me recupere.
- No –dijo tajante Teilla-. Lo
hemos estado hablando durante la noche y hemos decidido que no volveremos a
separarnos –añadió algo nerviosa la adivina mientras Diana afirmaba con la
cabeza apoyando lo que decía su prima-.
- Además Elarien dice que pronto
estarás recuperada, esperaremos –sentenció Diana dando por concluida la
discusión.
A lo largo de
la tarde Domi sintió que sus músculos recuperaban su fuerza. Después de
almorzar abundantemente, las energías volvieron a su ser y se sintió preparada
para partir. A pesar de que pronto oscurecería, decidieron partir sin demora.
Elarien les había dado indicaciones para atravesar el bosque, y a pesar del riesgo de perderse,
estaban decididas a no dormir y recuperar el tiempo perdido.
La dorada luz
del atardecer despedía el día y todas sintieron enormemente tener que partir
tan pronto, Elarien las había socorrido y cuidado. Aunque retomaban el camino
unidas, en ellas se había sembrado la semilla de la duda, si habían estado a
punto de perecer ante la primera amenaza ¿Serían capaces de llevar a buen
puerto su misión?
Ya en el umbral de la puerta, las
tres compañeras besaron a Elarien y se deshicieron en agradecimientos.
- Tan solo procurad que no os vuelva a "dar la mano" un Liche
-bromeó la elfa mirando a Domi y está le devolvió una sonrisa.
- Aún estás a tiempo de venir con
nosotras- le recordó Teilla- Nymerion no tenía salvación pero Dámbil aún tiene
una posibilidad de salvarse.
- Esa misión os corresponde a
vosotras, Teilla. Ya os he dado dos herramientas muy valiosas para vuestro
viaje. No dudéis en usar el trasvase de energía para elaborar magia más
poderosa.
- Esa es una, pero ¿cuál es la
segunda herramienta?- interrogó Diana que estaba al tanto de la conversación-.
- Deberías de saberla ya. Demostrad
que sois dignas de la confianza que han depositado en vosotras. Sin esta
segunda herramienta no conseguiréis salir de este bosque. Os deseo la mejor de
las suertes, miembros del Consejo - y diciendo esto, se giró perdiéndose en su
refugio-.
Confusas
continuaron su camino con el corazón dividido, por un lado ensombrecido por las
dudas y el sabor amargo de la despedida y por otro, ligero y animoso por haber
recuperado la amistad hace tiempo perdida. Andaban con cautela guiadas por la
luz de la antorcha que portaba Domi. La oscuridad al amparo de la foresta era
casi absoluta y en cada rincón acechaban peligros invisibles.
- Creo que ya sé cual es la
segunda herramienta -dijo Domi dirigiéndose a Teilla -
- ¿De qué se trata? - dijo
apresurada Teilla que también llevaba varias horas dando vueltas al enigma-.
- No quiero darte falsas
esperanzas, de momento quiero guardarme mis conjeturas –dijo enigmática la
guardiana.
Teilla no quiso
insistir, si Domi había descubierto algo seguro que se lo contaría cuando fuera
necesario y continuaron su travesía por el bosque Sombrío. No pasó mucho rato
cuando Domi se paró de improviso y se quejó de un fuerte espasmo en la herida
del brazo que casi le hace tirar la antorcha al suelo.
- ¿Estás bien? - se interesó Diana.
- No, no estoy bien, no es solo
el dolor del brazo, hay algo más, es una sensación reciente, como cuando estaba
tendida en la cama tratando de despertar -dijo visiblemente afectada la guardiana-.
- ¡Shhhhhhh! -mandó callar Teilla-
¿Escucháis eso?
- Yo no escucho nada - contestó Diana-.
- ¡Exacto! Ni animales ni el
susurro del viento… ¡Nada!
- Está aquí ¿verdad? - preguntó Domi
sorprendentemente tranquila.
- Creo que sí -contestó Teilla - empiezo
a sentir mucho frío, igual que la última vez.
Intuitivamente
las tres compañeras se acurrucaron juntando hombro con hombro. Había un mutismo
absoluto, la expectación era agobiante y Domi acusaba en su herida la cercanía
de la criatura que estuvo a punto de matarla. Ante la sorpresa de todos, Teilla
dio un paso al frente y gritó con todas sus fuerzas:
- ¡Sal de tu escondite! ¡Si
quieres nuestra magia tendrás que venir a por ella!
- Muerteeeeeeeeeee - se dejó oír
como respuesta. Una voz entre arenosa y estridente que sembraba el terror en el
espíritu del más valiente-.
Alarmadas,
todas alzaron sus miradas hacia el lugar de donde provenía la escalofriante
voz. En lo alto de un sauce y oculto tras las ramas, el Liche las acechaba
oculto como una bestia nacida del más oscuro rincón del infierno. Con un
movimiento eléctrico, abandonó la rama desde la que vigilaba y aterrizó a
escasos metros de Teilla marchitando la hierba bajo sus pies. Caminó
pausadamente, saboreando la cercanía y el miedo de sus víctimas. Sus ojillos
brillaban poseídos de una luz trémula y maliciosa mientras de su boca brotaba
una repugnante baba rosada. Teilla, retrocedía poco a poco intentando mantener
la distancia con su adversario.
- Chicas, tengo una idea pero os
necesito –dijo Teilla susurrando pero increíblemente tranquila-.
- Estamos contigo – contestó Diana
situada solo un paso por detrás de su prima-.
El Liche se
acercaba contoneando el cuerpo como un felino a punto de saltar sobre su presa.
Teilla mantenía la distancia con la criatura manteniendo su bastón en posición
defensiva mientras sus compañeras la acompañaban prácticamente pegadas a su espalada. Domi trataba de
resistir el terrible dolor que atenazaba su brazo, cada paso del Liche se
reflejaba en su extremidad como una puñalada certera.
- Recordáis el trasvase de
energía que hizo Elarien, necesito que me dejéis acceder a vuestras reservas de
magia ¡Ahora! –gritó Teilla dando la orden justo cuando el Liche se abalanzaba sobre
ellas.
Domi y Diana
pusieron sus manos en los hombros de la adivina y conjuraron su poder
elemental. Tal y como había visto hacer a Elarien, Teilla accedió a la fuente
de poder de cada una de sus compañeras e invocó un hechizo increíblemente
potenciado. El bastón desprendía una luminosidad blanca casi nuclear y canalizó
toda la fuerza del encantamiento sobre el cuerpo de su adversario. Al recibir
la descarga de luz, el Liche quedó inmovilizado. La piel del demonio empezó a
desintegrarse en jirones humeantes mientras se revolvía y contorsionaba en posiciones
imposibles. El alarido final de la
criatura dejó su eco grabado en aquella zona
del bosque. El Liche desapareció y su espíritu fue desterrado a un mundo de sombras del que era imposible
escapar.
- ¿Hemos…hemos ganado? - preguntó
Diana-.
Teilla, sonriendo, asintió con la
cabeza.
-¿Pero qué clase de hechizo
usaste para vencerlo? La primera vez no fuimos capaces de hacerle nada con
nuestros poderes elementales -añadió sorprendida Domi-.
- Simplemente usé un hechizo que
me enseñó Rafi para el dolor de muelas.
- ¿Cómo? ¡¡Para el dolor de
muelas!! Pero no lo entiendo...
- Muy sencillo. Cuando Elarien
nos confesó que ella no había atacado al Liche sino que nos trataba de ayudar a
nosotras, me sorprendí muchísimo pero entendí
que la magia curativa tenía el poder de dañarlo. Esencialmente, sanar es un
ejercicio altruista y de profunda bondad, es exactamente lo opuesto a lo que es
un Liche; un ser corrupto y malvado. Al usar un hechizo de curación,
amplificado gracias al trasvase de energía, le dimos una dosis de bondad
imposible de soportar para un ser tan oscuro.
- Entonces ¿Esa era la segunda
herramienta de Elarien? ¿La clave era el hechizo de curación? –preguntó Diana-.
Entonces intervino Domi dispuesta
a desvelar sus pensamientos:
- Sí y no, es decir ¡Míranos! Salimos
de aquel refugio llenas de dudas y de miedos, habíamos estado a punto de morir
en el primer contratiempo del viaje. Ahora estamos eufóricas y llenas de
confianza tras haber vencido a un terrible enemigo. Creo que habíamos perdido
la fe en nosotras mismas y gracias a Elarien la hemos recuperado. Esa es la
segunda herramienta- afirmó con seguridad-.
Teilla permaneció unos segundos
asimilando la información.
- ¿Crees que algún día la
volveremos a ver? - preguntó Diana con nostalgia.
- ¿Qué te parece si cuando
termine esta endemoniada guerra volvemos a visitarla? -propuso Domi sonriendo-.
- ¡Así se habla! - exclamó Diana
entusiasmada-.
Al
cabo de unas horas, las tres compañeras llegaron a la frontera del Bosque Sombrío.
El mar de árboles llegaba a su fin y la luz fría del amanecer teñía el
horizonte de bronce. Al cruzar la última línea de árboles las tres componentes
del Consejo ahogaron un grito de terror. Frente a ellas, la llanura en la que
se alzaban los asentamientos de los duendes estaba totalmente arrasada. De la
tierra descarnada por el paso de miles de criaturas brotaba una neblina azulada
que hacía del paisaje un espectáculo curiosamente siniestro.
- ¡Oh no! –Exclamó Diana- Está
todo arrasado, las casas, los caminos… ¡Es terrible!
- Por aquí han pasado los
muertos, no hay duda, un ejército inmenso que iba rumbo al norte –afirmó Domi que estaba agachada observando las huellas y rastros
del terreno-.
- ¡Hemos gastado cuatro días para
nada! -dijo desesperada Diana-.
-Me niego a creer que los duendes
hayan sido aniquilados –dijo Domi-. Podemos volver ahora al Bastión sin ayuda,
conocemos el camino y en dos días podríamos regresar a casa pero…
- Pero no llevaremos ayuda –dijo Teilla
terminando la frase de su compañera y Domi afirmó con la cabeza-.
- ¿Qué haremos? ¿Has visto alguna
señal, alguna profecía que nos pueda ayudar? – preguntó Diana mirando a Teilla.
La adivina
quedó pensativa tras la pregunta de su prima. Durante aquellos días no había
visto nada, después de los malos augurios en el bosque Sombrío, no presentía nada. Sus compañeras necesitaban
una respuesta, tenían que tomar una decisión. Volver al Bastión sin ayuda o
continuar su misión esperando encontrar a los duendes. El problema era que ya
habían agotado más de la mitad del tiempo destinado para la misión…
- ¡Olvídate de las profecías!
¿Qué te dice tu corazón? -preguntó Domi con una sonrisa-.
Teilla miró a la guardiana y
entonces lo vio claro. No necesitaba visiones para comprender que aquella
aventura las había llevado por un camino tortuoso con frutos dulces. Conocieron
a Elarien que les enseñó una magia poderosísima, vencieron al Liche recuperando
la confianza en ellas mismas y lo más importante, en el camino habían dejado el
odio y el rencor ¡Qué más señales necesitaba!
- Mi corazón me dice que aún hay
duendes vivos y que cuando los encontremos estarán deseando vengarse por el mal
que les ha hecho Górmul –dijo la adivina más segura que nunca de sus palabras-.
Y así
partieron, al amparo de un trémulo amanecer se internaron por la llanura en
busca de los duendes. Las tres, unidas y
más decididas que nunca.
saca a los de mas que Na mas que sacas a ellas
ResponderEliminarELISEA Y EL PALLO TONI Y EL PALLO GORRAS
Maestro la verdad es que esta mu chulilla por la mama TEIYA
ResponderEliminarMaestro, me encantan tus historias, eres el mejor del mundo.
ResponderEliminarJuan
Maestro porlo guacharro de tu gato que no evisto istoria mas guapa ROSA
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