jueves, 22 de febrero de 2018

CAP 18: El Innombrable 3



El amanecer llegó gris, arrojando una tímida luz entre las nubes. La nieve caía de forma furtiva, suave, con tristeza. Rinohn despertaba y sus gentes se entregaban a la rutina.
De repente una sombra surcó el encapotado cielo; rápida y veloz. Una chispa, un pequeño destello y el fuego se inició en los graneros del pueblo. Las calles se llenaron de gritos y de confusión, la gente corría desesperada alzando las cabezas, contemplando la muerte caer desde los cielos. Las campanas daban la voz de alarma, sus tañidos se clavaba como puñales de miedo, era el sonido de la desesperación y el terror: El Innombrable había llegado. 
Los aldeanos corrían guiados por el pánico, arrojaban sus pertenencias y gritaban de pavor. Pero alguien permaneció impasible, quieto ante el caos que reinaba. Era Élestor, el joven guerrero estaba plantado en mitad de Rinohn, su armadura recién bruñida reflejaba la flama de los edificios en llamas. Su espada presta para el combate, el casco con cuernos de carnero protegiendo su rostro y dejando al descubierto sus ojos...unos ojos brillantes, poseídos por  la furia y determinación que solo poseen los que no tienen miedo morir. Un poder que solo puede experimentar alguien que es capaz de amar con toda la fuerza de su corazón; a su aldea, a su gente…a Rinuviel.  
Élestor apretó sus puños y caminó hacia el lugar del que todos huían. Sus pasos firmes dejaban huellas en la fina capa de nieve que ocultaba el empedrado de la aldea. No tardó  en percibir un olor desagradable, como el de muchos cadáveres en descomposición, que le hizo presentir la cercanía de Dúlfenor; era la peste del dragón. Una criatura enorme se precipitó desde las alturas y un gran estruendo sucedió delante del guerrero alzando una nube de polvo y vapor. El Innombrable se mostró como una criatura increíble y aterradora, sus escamas estaban teñidas de un tono grisáceo debido a la nieve que las cubría. Su rostro y su olor eran repelentes y nada más encontrar al joven guerrero emitió un espantoso rugido que hizo temblar los cimientos de Dámbil.

Élestor permaneció quieto, a escasa distancia del dragón, empuñando su espada. Dúlfenor lo miró y por primera vez en su vida dudó, pues vio algo en los ojos del joven que le pareció diferente, esos profundos ojos azules llenos de luz y de fuerza. El dragón fue el primero en hablar:
- ¿Quién eres tú que no corres cuando ves aparecer al más grande de los dragones? –preguntó con su voz gutural impregnada de menosprecio.  
Élestor permaneció quieto, con todos sus músculos en tensión.
- ¿No sabes quién soy? ¿Acaso el miedo paraliza tus piernas? –volvió a preguntar Dúlfenor con autoridad-.
El guerrero está vez miró directamente a los ojos del dragón y le contestó:
- Eres la criatura que debe morir para que yo vuelva a estar con Rínuviel. 

La reacción del dragón no se hizo esperar y se burló riendo estrepitosamente. Con cada carcajada arrojaba humo por boca y nariz.
- ¿Me estás diciendo que deseas pelear contra mí? -Preguntó Dúlfenor divertido-.
Élestor movió su espada y contestó con palabras firmes:
- Eso quiero, demasiado daño has hecho apestosa criatura, hoy termina tu reino de terror y fuego. 

El dragón comenzó a reír de nuevo pero las carcajadas se le atragantaron cuando vio al guerrero arremeter con una rapidez increíble. Élestor lanzó un poderoso golpe contra el cuello del dragón pero la espada rebotó contra las escamas de la criatura que reaccionó con una fuerte risotada.
- ¡¡¡Jajajajaja!!!- se burló el Innombrable- eres tan tonto que no conoces la dureza de las escamas de dragón. Pobre infeliz... en fin, me servirás como desayuno. 


Idoreht había oído algunas leyendas sobre armaduras indestructibles hechas con escamas de dragón. Se decía que eran tan duras que solo magias muy avanzadas podían traspasarlas. Si eso era cierto debía encontrar alguna manera de dañar a Dúlfenor.
- ¡¡Prepárate a morir!! - sentenció el dragón-.

El Innombrable abrió sus fauces y dirigió un tremendo mordisco al torso de Élestor. Pero no contó con la agilidad del guerrero y éste, rodando por el suelo, consiguió esquivar el envite de su contrincante. Así comenzó una feroz lucha en la que ninguno de los combatientes daba cuartel. 

Élestor alcanzaba a su adversario con cada mandoble pero las escamas del dragón rechazaban los golpes. Del mismo modo, Dúlfenor, golpeaba con su cola y sus zarpas al guerrero que esquivaba y bloqueaba de forma incansable. Fue una suerte, pues con un solo rasguño de las garras de la bestia, habría muerto en el acto. El guerrero no sabía que Dúlfenor poseía un veneno terrible que supuraba de cada una de su afiladas zarpas. Un simple arañazo era mortal. De repente el dragón se detuvo.
- Ya he comprobado que eres un buen luchador cuerpo a cuerpo pero ha llegado tu hora...

Diciendo esto levantó la cabeza tensando toda la musculatura del cuello, cogió impulso y vomitó una descarga de fuego mortífera. Ningún humano, ni tan siquiera los flaimers acostumbrados al calor, eran capaces de resistir el aliento de dragón. Élestor estaba perdido, pero recordando su poder elemental y como si su amada Rínuviel le dictara las palabras, recitó un hechizo. En el preciso instante en el que las llamas iban a abrasarlo un muro de roca se levantó de forma mágica y se interpuso entre el fuego y el joven. La magia elemental lo había salvado y una nueva esperanzá despertó en el corazón del guerrero: la usaría para vencer a la terrible criatura.

 Dúlfenor no cabía en su asombró pues jamás había visto a un humano usar magia ¡¡¿¿Cómo era posible??!!

El combate continuó, esta vez Élestor utilizaba su magia elemental para defenderse, lanzaba rocas contra el dragón y levantaba barreras contra sus hechizos. Dúlfenor desplegó todo su arsenal de magia y fuego pero el guerrero se protegía tras muros de piedra. No obstante, la espada de Élestor seguía sin hacerle un rasguño. Así continuaron durante tres días y tres noches, peleando de forma incesante y usando todas sus fuerzas, una batalla épica que aún hace vibrar las tierras del norte. 

Los dos contrincantes jadeaban de cansancio. El terreno estaba devastado por los hechizos y el fuego. Los cráteres humeaban aquí y allá, no había nieve pues el sofocante aliento del dragón la había derretido. De repente Élestor comprendió lo terrible de su situación, estaba totalmente fatigado, no sabía si su magia aguantaría mucho más. Si se quedaba sin poder, Dúlfenor le proporcionaría un terrible final. Entonces se le ocurrió una idea, era su única posibilidad. Totalmente decidido, el joven guerrero clavó su espada en el suelo y cerró los ojos para concentrarse. Dúlfenor miraba la escena asombrado, el humano había resultado ser un rival impresionante, mejor que cualquier dragón. Había una fuerza inmensa en aquel guerrero insignificante que le costaba descifrar.  Élestor susurró unas palabras y la tierra alrededor de la espada tembló. Un polvo diminuto y brillante se alzó en el aire...¡¡¡Era polvo de diamante!!! El polvo se arremolinó rodeando la hoja de la espada y a una orden del guerrero, se mezcló mágicamente con el arma. El dragón observó extrañado el proceso pero el humano sabía lo que se hacía. Los Terrarus conocen perfectamente las rocas, piedras y minerales y saben que el diamante es el material más duro de todo Dámbil. El polvo de diamante se había unido mágicamente a la espada y ahora podría cortar las escamas de dragón. 

- ¡¡¡Prepárate a morir bestia inmunda!!! -gritó mientras corría hacia su destino-.
Dúlfenor, paralizado, miró la espada y una sensación desconocida lo invadió... ¿era miedo? Élestor lanzó un poderoso tajo y esta vez sintió como la hoja de la espada penetraba en las escamas de la bestia hiriéndolo en el pecho.


8 comentarios:

  1. maestro esta to guapa por la abuela

    ResponderEliminar
  2. maestro esta mu chula delante de dios

    ResponderEliminar
  3. maestro esta guapa por la abuela teiya

    ResponderEliminar
  4. que chuleta el maestro que tiene mucha imaginación diana

    ResponderEliminar
  5. maestro esta muy chula rafi

    ResponderEliminar
  6. Esta todo muy chulo y como siempre con la entriga
    Firmado: Rosa

    ResponderEliminar
  7. Maestro tienes una y imaginación que flipas.Aarón

    ResponderEliminar
  8. muy bueno el capitulo me encanta esa batalla epica de el gerrero Élestor contra el imnombreble Dulfenor Luis

    ResponderEliminar