La
luz tibia del amanecer bañó la llanura sobre la que reposaba el Bastión. Elisea,
siguiendo las últimas órdenes de su exlíder Luis Gabriel, apresuró los preparativos y en unas cuantas
horas consiguió que la fortaleza tomara tierra sin sufrir daño alguno. Aquella
mañana nacía excepcionalmente ajetreada. Los miembros del Consejo se hallaban
reunidos a las puertas esperando a que les asignaran sus misiones.
Rosa,
la recién ascendida líder de los 18, observaba la escena con amargura. Una
sensación de impotencia y melancolía la mantenían ausente. Aferraba el mango de
su espada con tensión y a veces deseaba desenvainarla y correr al encuentro de Górmul.
Ansiaba con toda la fuerza de su corazón partir con el resto de sus compañeros,
vivir aventuras y conseguir el Zafiro salvador
pero su lugar estaba entre las murallas de la ciudadela. Había jurado
defender el Bastión Elemental hasta el
final de su vida, debía liderar la defensa y mantener el ánimo de sus soldados.
Una lágrima asomó en sus preciosos ojos marrones que parecían la superficie de
una taza de chocolate caliente pero, con disimulo, la limpió con el dorso de su
guantelete. Ahora debía ser fuerte,
apoyar a sus compañeros y organizar la defensa del Bastión.
"Ni una de esas
malditas criaturas pondrá un pie en esta
fortaleza mientras me queden fuerzas para sostenerme en pie" - se prometió
a sí misma-.
Una mano se posó sobre
su hombrera y la sacó de sus pensamientos.
- Rosa, creo que
estamos preparados para partir -dijo Teilla-. Estamos esperando tus órdenes.
La
líder del Consejo se frotó la cara con las manos intentando borrar cualquier
rastro de duda de su rostro y se dio la vuelta para atender a la adivina del
Consejo. Al mirar a Teilla no pudo evitar sorprenderse, la joven tenía aspecto
de estar enferma y de no haber dormido en días.
- Pero Teilla ¿qué te
sucede? tienes mal aspecto ¿te encuentras bien? -preguntó Rosa preocupada.
La joven adivina esbozó un amago de sonrisa y
pasó la mano por su cabello en un gesto nervioso.
- Esta noche no he
dormido bien, después de lo que se dijo en la asamblea no hago más que
contemplar visiones espeluznantes relacionadas con la muerte.
Rosa
no pudo evitar sentirse culpable, sabía que las misiones que iban a emprender
muchos de sus compañeros eran peligrosas, tal vez a muchos de ellos no los volvería
a ver. Este pensamiento solo hizo crecer su amargura. Intentó mantener la
serenidad.
- Es normal que tengas
miedo Teilla, además tus visiones no son tan enigmáticas. Ver muerte cuando se
nos viene encima un ejército de muertos no es ningún secreto - dijo tratando de
calmar la angustia de su compañera-.
- Pero hay algo más, es
un sentimiento extraño. Un frío antinatural y una magia prohibida…es difícil de
explicar -dijo Teilla casi susurrando.
- Bueno, teniendo en
cuenta que Górmul está usando magia prohibida y que se encuentra en el Norte
donde hace más frío que en una fiesta de pingüinos…sigo sin ver tu preocupación
-añadió Rosa tratando de ocultar sus temores bromeando-.
Teilla
esta vez sonrió e hizo un gesto con la mano como quitando importancia a sus
palabras.
- No me hagas caso,
tienes razón, mis visiones cuadran con lo que sucede ahora mismo en Dámbil, tal vez no debería de preocuparme
tanto.
- Claro que no.
Teilla asintió.
Un muchacho con coraza ligera
se aproximó. Cargaba una bolsa a la espalda llena de provisiones y dos espadas
recurvas.
- Perdonad pero el sol ya está alto, Rosa, todos estamos
esperando tus órdenes –dijo Joaquín de los Terrarus.
Rosa observó al
muchacho, pensó que se sentía mucho más segura sabiendo que Joaquín estaba allí.
Era calculador e inteligente. Sabía trazar planes y ponerlos en marcha, sin
duda era uno de los más capacitados para cualquier misión.
- Está bien, ha llegado
el momento –suspiró Rosa que se encaminó a las puertas donde le esperaban todos
sus compañeros-.
Intentó que su paso fuera seguro y tragó saliva para que la carraspera no la
traicionara, necesitaba que su voz transmitiera la autoridad que requería la
situación. Buscó en un pequeño fardo que colgaba de su cadera un trozo de
pergamino en el que había organizado todo el plan para sus compañeros. Había analizado
cuidadosamente las cualidades y habilidades de los miembros del Consejo para
destinarlos a la misión más adecuada. El
estado del pergamino era testigo de que no había sido una tarea fácil, los
borrones y tachones hacían difícil leer las anotaciones finales. Rosa observó
que reinaba un silencio expectante, todos esperaban ansiosos sus palabras. No
los hizo esperar más.
- Antes de empezar,
quiero que entendáis que os he asignado las misiones pensando en lo mejor para
Dámbil. Os pido que mostréis madurez y comprendáis que todo esto no es fácil
para mí –dijo Rosa mirando a sus compañeros-. He confeccionado cuatro equipos
con misiones importantísimas…- en ese preciso instante Yumara llegó a las
puertas dando voces muy nerviosa-.
- ¡¡¡Ha mordido el
anzuelo!!! ¡¡Ha caído en la trampa!!- dijo exultante.
- Tranquilízate Yumi, cuéntame
que ha pasado, despacio, por favor- imploró Rosa-.
- Nuestros mensajeros
del Norte -Yumi hizo una pausa y trató de recobrar el aliento- nos informan de
que Górmul ha movilizado todas sus tropas y vienen al Bastión ¡¡El plan está
dando resultado!!- dijo con entusiasmo.
Rosa
intentó digerir la nueva noticia, no había terminado de amanecer y se había
visto obligada a asimilar demasiadas cosas. A lo mejor estaba siendo
excesivamente negativa aunque prefería pensar que era prudente. Yumara no entendía que acababan de confirmarle que
una marea de muertos invadiría la ciudadela en menos de seis días, eso no podía
ser bueno. No obstante, Górmul había mordido el anzuelo, el plan estaba en
marcha.
- Gracias Yumi, es una
noticia estupenda -contestó tratando de esconder sus dudas- Ahora por favor,
necesito que me prestéis atención –Rosa suspiró intentando recobrar el hilo
tras la interrupción-. Como podéis ver, la suerte está echada, en menos de seis
días, quizás menos, tendremos en nuestras puertas el mayor ejército jamás visto en el mundo mágico –alzó la mirada
y contempló los rostro serios de sus compañeros, por primera vez Rosa sintió
que la responsabilidad pesaba como un fardo de plomo en sus espaldas-. El plan
acordado en la asamblea es el siguiente, bajar el Bastión para provocar a
Górmul y cuando nos ataque, usar el Zafiro de estrella en la Pirámide para
atrapar de nuevo todas las almas condenadas. Es un plan sencillo pero no exento
de dificultad. Necesitamos organizar bien los pocos recursos que tenemos, por
eso he hecho cuatro equipos que tendrán que cumplir con su misión si queremos
que todo salga bien. El primer equipo
tendrá como objetivo buscar el Zafiro de Estrella –Rosa desenrolló un mapa que
tenía bajo el brazo- Buscaremos en el noroeste, cerca de los últimos clanes de orcos
y trolls que habitan a las faldas de la cadena montañosa de Cuernoafilado. Las
últimas pistas sobre el Zafiro se pierden en este lugar. Los miembros de este
equipo serán Luis Gabriel- al escuchar su nombre el muchacho hizo un gesto de
agradecimiento a Rosa por respetar su deseo de partir en busca del Zafiro-
Joaquín, Juan y Aarón. Recordad que además del Zafiro, debéis reunir toda la
ayuda posible de los orcos y trolls. No servirá de nada el Zafiro si no somos
capaces de aguantar el asedio de Górmul
y su ejército de muertos.
Luis
Gabriel y Joaquín estaban cerca de Rosa cuando está los nombró como los
responsables de encontrar el Zafiro. Juan y Aarón esperaban apoyados sobre las
puertas del Bastión. Vestían sus mejores armaduras, bien protegidos y
pertrechados para la misión. Las instrucciones de Rosa eran claras, los cuatro
partirían sin monturas, no podían ir por los caminos, tendrían que atravesar
espesos bosques y superar montañas, los animales no estaban preparados para
esos terrenos. Además, era totalmente necesarios que su búsqueda permaneciera
en secreto, si Górmul descubría sus intenciones no volverían a pisar el
Bastión, sus enemigos se encargarían de que no regresaran.
Rosa
volvió a tomar la palabra, el resto de compañeros se agitaban nerviosos,
esperando que se les asignara una tarea. Todos estaban ansiosos por contribuir
a la causa.
- El siguiente equipo estará formado por Teilla, Diana y… -la
voz de la líder acusó las dudas que
acarreaba la decisión que había tomado-…y Domi.
Las
tres muchachas dieron un paso al frente. Teilla y Diana eran inseparables y se
sonrieron mutuamente. Domi permanecía seria, serena, esperando las
instrucciones. No hacía mucho tiempo aquellas tres estarían saltando de alegría
por partir juntas en la misma misión, pero Rosa sabía que algo se había roto
entre ellas, algo que escapaba a su comprensión. Tenía la esperanza de que las
tres pudieran dejar sus diferencias a un lado y completar la misión que les iba
a encomendar.
- Teilla –dijo Rosa
mirando a la adivina-. Os he elegido a las tres para que partáis en busca de refuerzos
al sur. Necesitamos de la ayuda de los duendes, recordadles que tienen un deber
que cumplir y una alianza que respetar. Los necesitaremos llegado el momento de
la gran batalla.
Teilla afirmó con la cabeza, no era una misión
fácil. Tenían pocos días para ir y volver con la ayuda de los duendes. El viaje
por las tierras del sur no era sencillo, había que atravesar el Bosque Sombrío
y localizar los asentamientos de duendes.
- Además –añadió Rosa-
no podéis dejar de buscar el Zafiro, recordad que las pistas señalan al norte
pero no por eso debemos de dejar de buscar en otros lugares.
Domi
era la única de las tres que portaba armadura, sus dos compañeras iban con
túnicas ligeras. Ella era la guardiana del Bastión, no entendía porque tenía
que partir cuando su deber era proteger las murallas. Luchaba contra sí misma
para no preguntar a Rosa pero la
curiosidad le pudo más y cuestionó a su líder:
- ¿Por qué tengo que dejar
el Bastión? Soy guardiana de esta ciudadela, este blasón –dijo la muchacha señalando
el ojo abierto que adornaba su coraza-
significa que debo vigilar y velar por la seguridad del Bastión. No entiendo
porque debo ir yo…
- Entiendo tus dudas,
Domi –dijo Rosa- pero te puedo asegurar que son muchas las razones por las que
creo que eres más valiosa fuera que dentro. Si
cumplís vuestra misión, volverás al Bastión con un ejército de duendes
para proteger las murallas ¿Acaso no tendrá más posibilidades de sobrevivir la
ciudadela con más defensores? –Preguntó Rosa-.
- Es cierto –tuvo que
reconocer Domi al entender el razonamiento de su líder-.
- No se hable más,
partiréis las tres en busca de la ayuda de los duendes. En cuanto al tercer
equipo –continuó Rosa- tendrá como misión buscar la ayuda de los elfos que se
dispersan por las tierras del oeste. Sus arcos serán muy necesarios cuando
comience la batalla. Luis, Pepi, Lumi y Finred.
Al
decir el nombre del elfo, Rosa sintió un profundo pesar. Desde que llegara a la
ciudadela y lo conociera en la biblioteca, Rosa no se había separado de Finred.
Gentil y de ojos sinceros aquel elfo se estaba ganando un hueco en el duro
corazón de la líder de los 18. Le costaba separarse de él pero sabía que Finred
podía ser de gran ayuda para convencer a los elfos de que los ayudaran en su
batalla contra Górmul y ella por desgracia debía quedarse en el Bastión.
El
elfo por su parte, ya presentía que se tendría que separar de Rosa y eso no
hacía más que aumentar su amargura. Cualquier misión era difícil pero los
enclaves de los elfos habían sido los primeros en sufrir la cólera de Górmul,
sería difícil reagrupar a los supervivientes y convencerlos de que ayudaran al
Bastión. Si no volvía, jamás podría decirle a Rosa lo que sentía por ella pero
eso reafirmó su determinación y coraje. Tenía que cumplir con su misión para
volver y decírselo, se juró a sí mismo.
Luis
observó con desdén el grupo que le había tocado. Todos segundones de bajo
nivel, pensó. El elfo parecía poderoso pero había sido derrotado por los
muertos una vez, lo que quería decir que era un perdedor. A él le hubiera
gustado estar con Joaquín, Aarón y los demás. Buscar a elfos perdidos era una
misión para nenazas y empezó a pensar que aquella decisión de enviarlo con ese grupo era una maniobra de Rosa para quitarlo de en medio durante algún
tiempo. Miró el Bastión y se dijo que tampoco era muy apetecible quedarse en
aquella ratonera, así que se guardó sus pensamientos y aceptó con desgana el
encargo.
- El resto, os
quedaréis en el Bastión –dijo Rosa que continuó leyendo el pergamino arrugado
que sostenía en su mano- Hay muchas
cosas que preparar antes de que comience la batalla:
Eli y Titón, vosotros
tenéis la misión de estudiar la magia de la pirámide y preparar todo para
cuando llegue el zafiro.
Rafi, tu eres nuestra
sanadora, te necesitamos aquí para cuando las cosas se pongan feas. Cada vida
que salves será un muerto menos en las filas de Górmul.
- Puedes contar conmigo
–dijo Rafi, la sanadora, mientras hacía una pequeña reverencia-.
- El Bastión ya ha
mandado un mensaje a todas las poblaciones para pedir ayuda, son muchos los que
están llegando dispuestos a luchar a cambio de refugio. Cande y Yumara os encargaréis de adiestrar a todos los
aldeanos que vengan a refugiarse al Bastión. Toda mujer y hombre capaz de
portar armas tendrá que defender las murallas y vosotras debéis enseñarlos a
hacerlo –dijo Rosa continuando con la asignación de misiones-.
- Antonio tu estarás
encargado de preparar las murallas y las máquinas de asedio – ordenó Rosa
mirando fijamente al muchacho-.
- Cuando los muertos lleguen
les recibiremos con una lluvia de fuego –dijo Antonio sonriendo-.
Poco
a poco, los grupos se congregaron definitivamente preparados para marchar. Los
miembros del Consejo que se quedaban en el Bastión permanecían junto a las
puertas para despedir a sus compañeros y desearles suerte.
Rosa suspiró, la suerte
estaba echada. Se giró y se plantó frente a sus compañeros. Se marchaban,
necesitaban unas palabras de ánimo, ella era su líder, tenía que mostrar
esperanza en la despedida. En las empresas difíciles nunca puede faltar como
guía una buena dosis de ilusión. No se extendería, sabía que la emoción
quebraría su voz y ensombrecería los corazones de sus compañeros.
- Nos volveremos a ver
-dijo al fin regalándoles su mejor
sonrisa.
Sus compañeros
sonrieron y emprendieron su camino en diferentes direcciones. Nunca tan pocas
palabras prometieron tanto "Nos volveremos a ver", significaba que
todos llegarían de sus misiones sanos y salvos y que el Bastión estaría en pie
para recibirlos como héroes.
Poco
a poco las figuras de los miembros del Consejo se perdieron en el horizonte. Rosa
quedó sola frente a las puertas, entonces la lágrima que había borrado de su
rostro volvió, pero esta vez la dejó libre para que se deslizara a su antojo
por su mejilla.
Impresionante, como describes a tus alumnos y le introduces en un mundo de fantasía, haciendo q por un momento se aislen de la realidad q les rodea y vivan una auténtica aventura.Te admiro muchísimo!!!! Y te aprecio aún mucho más
ResponderEliminarla historia esta muy interesante Joaquin Elisea Luis Yumi la china
ResponderEliminarmaestro esta mu bonica por la abuela TEIYA
ResponderEliminarESTA ESTA MU CHULACA POR LA MAMA diana
ResponderEliminarMestro me a encantado el capitulo 24 pero queria estar en el otro equipo joo
ResponderEliminarla mejor historia que estoy escuchando por los niños
ResponderEliminarrosa