jueves, 16 de noviembre de 2017

El Cataclismo



La noche era anormalmente silenciosa. El anciano Titón caminaba oculto bajo una gruesa capa y de su cinto colgaba el arma más poderosa del mundo mágico; la Rosa Dorada. 

Había tomado el camino que rodeaba el bosque Sombrío, su intención era  encontrar a Górmul y retarlo en combate singular. No era un plan muy inteligente, él lo sabía, pero a su favor pesaba la profecía que le abrió las puertas del Consejo de los 18. 

Siendo muy pequeño asistió a uno de los episodios más tristes de su vida. Su abuela, el amor de su vida, se despedía y lo dejaba para siempre. Aquella mujer entrañable moría en  paz en su lecho después de haber luchado contra una enfermedad incurable. De carácter peculiar y extraordinaria belleza, la abuela de Titón poseía dotes poco comunes para la magia, su conexión con la tierra le permitía leer las rocas y minerales, de los que sabía extraer energía para curar. Del mismo modo, mezclaba todo tipo de hierbas para fabricar ungüentos y cataplasmas sanadoras. Amante de la naturaleza y los animales, disfrutaba de un don extraño que le permitía profetizar o adivinar el futuro a través de los sueños.
Aquella mañana fatídica, antes de dejarlo para siempre, la abuela llamó al nieto y le habló con la serenidad y paz que solo experimentan los que ya saben su destino. 

-         Ven cara guapa- le ordenó con dulzura su abuela, y el muchachito se acercó al rostro de su abuela intentando atesorar cada aliento, cada susurro, cada palabra-. Ayer soñé contigo y debo advertirte que pronto vendrán a llamarte para que seas el escudo de este mundo – la anciana tomó aire con dificultad antes de continuar- hay un papel  para  ti en la historia de Dámbil, para bien o para mal. Cuando llegue el momento tendrás que ser valiente y entregar tu alma por la causa. 

El pobre niño se acurrucó en el hombro de su abuela, repitiendo mentalmente las palabras hasta que dejó de notar la trabajosa respiración en el pecho de la anciana. Aún tardó mucho tiempo en separarse de ella sabiendo que en aquel momento, moría parte de su infancia. 
 
Como había predicho su abuela, a los pocos días, dos mujeres vestidas con unas túnicas lujosas, se presentaron en su casa para reclamarlo como alumno del Bastión. A su familia le informaron que Titón poseía cualidades extraordinarias y que en un futuro formaría parte del Consejo de los 18. El niño sabía que las pocas cualidades mágicas que conocía eran gracias a su abuela pero poco a poco, y gracias a los maestros del Bastión, desarrolló enormes poderes relacionados con el fuego, su elemento. 

El anciano Titón se enjugó los ojos en su túnica negra, una neblina brillante, amago de unas lágrimas que querían nacer le impedían ver con claridad. El recuerdo de las palabras de su abuela, aquella profecía que se había grabado a fuego en su mente, era la principal razón por la que estaba decidido a enfrentarse a Górmul. Lo único que lamentaba era que el momento de ser valiente y dar su alma le llegaba tarde, hubiese preferido hacer frente a Górmul con la fuerza y agilidad de su juventud pero por fin las cosas tenían sentido, su destino era luchar y lo haría. 

Aún absorto en sus pensamientos, se asustó cuando la espada comenzó a brillar y a vibrar con un zumbido parecido al de una abeja. Instintivamente posó la mano en la empuñadura del arma. Una sensación de desesperación y angustia se instaló en su corazón como un lamento de dolor que cobra fuerza con cada eco. Aquella aprensión en el pecho tan terrible despertó todas sus alarmas. 

-          Por fin llegas anciano –la voz sonó terrible, con unos matices extraños similares  al de cientos cristales al romperse-.
El anciano se giró para comprobar que un terrible orco enfundado en una gruesa armadura lo observaba escondido tras unos setos densos y enormes. Las emanaciones y el aura de ese ser eran tan abominables que a Titón no le quedaban dudas de que aquel formidable orco era Górmul.
-          Veo que me traes la espada, excelente- la voz de Górmul era cada vez más insoportable y Titón se esforzaba por no soltar la espada y taparse los oídos. 

Titón valoraba la situación tratando de poner en orden sus ideas. Por alguna razón Górmul había ido a su encuentro, algo que le facilitaba su tarea pero al mismo tiempo le inquietaba enormemente que el terrible orco lo hubiera localizado con tanta facilidad, sobre todo cuando ni siquiera sus compañeros del Consejo sabían de sus intenciones. 
 
Las nubes que ocultaban la luna se apartaron descubriendo su grandeza y bañando con una luz clara el terreno donde estaban los dos protagonistas. Pareciera que las fuerzas de la naturaleza se habían aliado para que el viejo hiciera frente a su oponente con la mayor cantidad de luz posible. 

                Górmul se plantó ante el anciano dispuesto a arrebatarle la Rosa Dorada pero Titón, intentando pillar por sorpresa a su adversario, lanzó un rápido ataque hacia el pecho del Amo Negro. Rápidamente  y con sencillez, Górmul esquivó el primer ataque y bloqueó un segundo con los brazales afilados de su armadura.  Titón no se dio por vencido y ¡¡¡Zas!!! Un tercer golpe impactó en el pecho del malvado aunque la impenetrable armadura impidió que el filo  lo hiriera, tan solo brotaron unas cuantas chispas al chocar los metales. Titón alzó  la espada por encima de su cabeza y descargó un poderoso mandoble pero Jálibu consiguió bloquearlo con su brazo acorazado. Por un momento los dos adversarios forcejearon pero, con suma facilidad, Górmul golpeó con su otra mano a Titón y lo lanzó por los aires. El portador de la espada reaccionó con presteza y, con la agilidad propia de un felino, cayó de pie y se incorporó con orgullo. Unas extrañas cicatrices brillaron en la frente de Titón, como si su piel estuviera ardiendo, y alzando la mano recitó un extraño conjuro. De su alrededor un fuerza comenzó a agruparse en su mano formando una bola de energía, donde; fuego, agua, tierra y  aire se mezclaron con gran poder. En ese momento el Amo Negro conjuró su arma más terrible; "La Hoz Sombría", la misma con la que había quitado la vida la rey Rog.   Corrió con gran velocidad, desapareciendo y apareciendo para distraer a Titón, dispuesto a asestarle un golpe definitivo que acabara con la vida del anciano. El conjuro estuvo listo y Titón esperó el momento en el que Górmul se hizo visible para lanzarlo con toda su furia. La bola de energía salió disparada abriendo un surco en el suelo y golpeó con violencia la coraza del Amo Negro, pero no fue suficiente  y éste continuó corriendo empuñado la "Hoz Sombría". El anciano, sorprendido porque su ataque no había servido de nada, se recobró y empuñando fuertemente la espada, acudió al envite de Górmul.      Entonces fue cuando todo sucedió: Los dos luchadores lanzaron un poderoso golpe y la Rosa Dorada y la Hoz Sombría chocaron con un estruendo que se escuchó por todo Dámbil.  El mundo se paralizó un instante, Titón observó con miedo y terror como la Rosa Dorada se rompía en mil pedazos mientras que Górmul sonreía maliciosamente. Pero fue tan solo un suspiro, pues al comenzar a quebrarse, la Rosa Dorada estalló en mil pedazos y los dos combatientes salieron despedidos por los aires a causa de una gran explosión de energía. Górmul sintió como la Hoz Sombría desaparecía de su mano y se convertía en una niebla negra que se extendía junto con la gran onda expansiva de la Rosa Dorada. Después solo se escuchó el silencio, un silencio siniestro, la calma que precede a la tempestad. 
                Así fue como ocurrió el mayor cataclismo de la historia de Dámbil. La energía liberada por la explosión de la Rosa Dorada rompió la barrera invisible que separaba el mundo de los vivos y de los muertos. Dicen los más sabios que fue la magia negra de la Hoz Sombría lo que provocó la ruptura de esa barrera y que la energía de la Rosa Dorada fue la que expandió esa magia por todo Dámbil. La cuestión es que la muerte dejó de existir, las tumbas se abrieron, la tierra  tembló y de ella surgieron criaturas  que llevaban siglos y siglos muertas. Algunos se alzaron como esqueletos tenebrosos y los que habían muerto recientemente se levantaron como zombis putrefactos.  Un ejército invencible se alza en Dámbil. 

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