jueves, 9 de noviembre de 2017

La balada del Amanecer



Era noche cerrada y las nubes surcaban el cielo llenando de bruma las calles del Bastión. El silencio gobernaba en aquellas horas de la madrugada, cómplice de lo que estaba a punto de suceder. 

El pasillo, un interminable corredor de mármol con puertas a cada uno de los lados, estaba tenuemente iluminado por la luz de plata que se filtraba  a través de las cristaleras. Unos pies descalzos se movían sigilosos evitando llamar la atención de los miembros del Consejo que descansaban en las habitaciones del corredor. Con suma delicadeza acarició una de las puertas tocando la madera lo justo para que se escuchara el rumor desde dentro: toc, toc. 
-          ¿Eli, estás despierta? –dijo el joven conteniendo la voz en un susurro.

Para alivio del muchacho, el sonido de la silla indicó que su amiga Eli estaba despierta, escuchó el mecanismo del pestillo y la puerta se abrió tiñendo el pasillo con la luminosidad suave de una vela.

-          ¿Qué narices haces aquí Lumi? ¿No sabes qué hora es? – Elisea, aún intentando contener su voz habló más alto de lo que deseaba-. No te quedes ahí como un pasmarote, entra rápido antes de que despiertes  a alguien. 

Lumi se sorprendió al ver a Elisea vestida con ropa de combate. Llevaba ceñida una  armadura de cuero endurecido con pantalón de campaña juego. 

-          ¿Qué haces vestida así, tenías pensado ir a algún lado? – preguntó Lumi. 
-          ¡Bah! A veces no sé si te enteras de las cosas Lumi ¿no te das cuenta de que estamos en guerra? En cualquier momento nos podrían llamar, además no puedo dormir- sentenció la muchacha-.
-          A mí me pasa igual, llevo un rato dándole vueltas a la cabeza y no soy capaz de conciliar el sueño sabiendo que tenemos un arma capaz de poner solución a esta pesadilla pero no tenemos el valor de usarla –explicó Lumi recordando que la Rosa Dorada, la espada mágica que habían forjado para enfrentarse a Górmul -.
-          No sé  qué esperaba conseguir Luis Gabriel, estaba claro que nadie sería capaz de desafiar a Górmul. Mató sin esfuerzo a Rog Muchamuesca ¿entiendes lo que quiere decir eso Lumi? – una vez más la voz de Eli sonó más potente de lo habitual y Lumi le hizo gestos para que se apaciguara-.
-          Claro que te entiendo, el rey de los orcos era uno de los mejores luchadores de todo Dámbil, probablemente el mejor y aún así fue derrotado ¿qué podríamos hacer nosotros que apenas dominamos nuestros poderes? – añadió Lumi dándole la razón a su compañera.
-          En fin, tenemos que encontrar una solución a todo esto y no va a ser fácil –concluyó Eli-.
-          Por eso precisamente no puedo dormir – apuntó Lumi- no hago más que darle vueltas a la cabeza. Nosotros estamos aquí a salvo, pero en tierra firme los orcos de Górmul avanzan sembrando la muerte –Eli asentía con la cabeza dando la razón a su compañero, finalmente Lumi suspiró profundamente tratando de calmarse- ¿Tú qué haces para mantener la calma? – preguntó el muchacho tratando de desviar un poco el tema-.
-          Estaba leyendo “La balada del Amanecer”, es un libro que me regaló mi padre –dijo la joven señalando un precioso tomo de lomos  de cuero y bordados artesanales que reposaba en la mesa arropado por la luz de un candil-.
-          ¿De qué trata?  Lo de balada me suena a algo de chicas ¿no será una novela  de esas románticas  de besuqueo y esas tonterías? – preguntó Lumi mofándose- .
-          Para tener la cabeza tan gorda tienes muy poca sesera – dijo Eli un tanto molesta-. La balada del Amanecer es el libro más sagrado que existe –comenzó a explicar la joven-en él se narra cómo se creó nuestro mundo por los dioses.
-          Ahh pues esas historias si me gustan ¿me puedo quedar un rato y la leemos juntos? – preguntó Lumi con tono suplicante-.

Elisea permaneció un rato examinando al joven y por toda respuesta, avanzó a un extremo de la habitación, cogió una silla y la puso junto a la suya frente al escritorio.
-          Estate calladito o te saco de la habitación por la ventana – dijo Eli en su tono habitual mientras con la mano le indicaba a Lumi que se sentara en la silla de al lado-.
Lumi se sentó sin hacer ruido y con mucho cuidado, su compañera Eli era su mejor amiga pero cuando se enfadaba tenía un genio terrible, era mucho más sabio no alterarla si apreciaba su pellejo.  Eli empezó a leer en voz baja, casi susurrante como si le estuviera contando el mayor secreto del mundo a su compañero. 

Hace muchos siglos,  tantos que  ni la memoria de la piedras es capaz de recordar, existían dos grandes dioses: Materia y Tiempo. Materia y Tiempo vivían en un lugar totalmente desierto, sin nada, pero  fruto de su amor nacieron sus dos primeros hijos: Luz y Oscuridad. En un principio Luz era muy débil y Oscuridad creció y creció llenando todo el espacio con su penumbra. Oscuridad vivía feliz  y orgulloso pues dominaba todos los rincones del mundo. 

Gracias al amor de sus padres, Luz empezó a crecer fuerte y saludable pero al mismo tiempo que ella crecía su hermano empequeñecía. El poder de Luz llegaba cada vez más lejos y su presencia alejaba a Oscuridad que se veía cada vez más acorralado. Ambos se enfadaron terriblemente y competían por alcanzar mayor grandeza. Un día, los padres intervinieron para solucionar la pelea entre los dos hermanos y acordaron que  ambos tendrían igual poder. Durante un tiempo Luz reinaría en el mundo para que todo pudiera crecer y vivir y durante otro periodo sería Oscuridad el encargado de reinar para señalar el descanso y reposo de las cosas. Luz quedó satisfecha con el trato y dejó de pelearse con su hermano pero Oscuridad encontró muy injusta la decisión de sus padres y en secreto empezó a odiar a sus padres y a su hermana. 

-          Ahhh, entonces ¿así surgió el día y la noche?- preguntó Lumi sabiendo la respuesta-.
-          Sí, pero calla y no interrumpas- contestó secamente Eli y continuó leyendo-.

El amor de Tiempo y Materia siguió creciendo y vinieron al mundo más  hijos pero estos no tenían el mismo poder que Luz y Oscuridad por eso se les llamó  “Elementos” pues su poder era más primitivo.  Estos hermanos recibieron el nombre de Agua, Fuego, Tierra y Viento y entre ellos empezaron a dar forma a Dámbil.  Pero mientras construían  las montañas, ríos, mesetas, acantilados y demás lugares maravillosos, Oscuridad se presentaba ante sus hermanos menores y les susurraba palabras de odio que contaminaban sus creaciones. Por eso, cuando Agua creó los mares, Oscuridad influyó para que las olas del mar fueran grandes y destructivas. Cuando Viento soplaba plácidamente, Oscuridad lo enfadaba para que se levantaran tornados y tempestades. A Fuego lo irritó irremediablemente hasta el punto de que convirtió su agradable calor en una llama ardiente capaz de incinerar cualquier cosa. Finalmente, a Tierra lo asustó haciéndolo temblar convulsamente provocando devastadores terremotos.  

No obstante, a pesar del odio que Oscuridad iba sembrando en sus hermanos los “Elementos”, Dámbil fue tomando una forma hermosa y bella que conmovió profundamente a sus padres Tiempo y Materia. Por eso, hicieron  una gran fiesta para celebrar la grandeza del mundo que habían creado. Cuando festejaban, Luz animó a sus hermanos pequeños  para que tocaran música y así agradar a los padres. Agua, Fuego, Viento y Tierra entonaron una dulce balada que conmovió a Tiempo y Materia. Luz tarareó una letra para embellecer más aún la obra de sus hermanos y sus padres lloraron de emoción al ser regalados con aquella música. 

La balada obró su propia magia sobre el mundo y gracias a los sentimientos puros que brotaban de cada nota de música surgieron unos seres de gran belleza que poblaron todas las tierras y lugares del mundo mágico recién nacido. De las primeras notas de la Balada, aún torpes y vacilantes, surgieron animales de todo tipo. De la parte intermedia nacieron los orcos, trolls, duendes y dragones. Finalmente, de las notas finales, en las que Luz había tarareado una preciosa letra, surgieron los elfos y los humanos. 

Tiempo y Materia contemplaron orgullosos  la creación de  vida en el mundo. Por su parte, Oscuridad había observado todo con profunda envidia y resentimiento, mientras en él crecía un deseo tenebroso de destruir aquellas formas de vida. Pero Oscuridad no se atrevió a intervenir ante la presencia de sus padres, sabedor de que llegaría su momento de vengarse. 

Así se inició la vida en Dámbil, un lugar cálido y acogedor. Los seres de aquel lugar tenían gran parecido con los dioses que los habían creado y tenían poderes similares a sus padres los Elementos. Durante una época todos los habitantes del mundo mágico disfrutaron de infinita felicidad pues no conocían el miedo, la mentira, el sufrimiento ni el dolor. 

De este modo, Oscuridad inició su plan para terminar con la obra de sus hermanos. Durante un tiempo fue tomando la forma de los seres de Dámbil, disfrazado con la piel de orcos, duendes, dragones y demás razas del mundo mágico. A todos les enseñó el arte de la mentira, la envidia y la codicia. Con aquellas terribles enseñanzas nacieron en el mundo la violencia, la confrontación y la guerra. 

Un día uno de los clanes humanos peleó  por una estúpida riña que había provocado Oscuridad. Por desgracia, la violencia llegó a tal extremo que varios humanos resultaron muertos. Ante tal desgracia  se manifestaron Materia y Tiempo para investigar aquel suceso tan catastrófico, pues nunca antes nadie había osado arrebatarle la vida a uno de sus semejantes. Su sorpresa fue mayúscula al comprobar que Oscuridad había corrompido las almas de multitud de criaturas convirtiéndolas en malvadas. El descubrimiento despertó una ira irremediable en todos los dioses y apresaron a Oscuridad para juzgarlo por sus crímenes. 

Materia, la madre de todas las cosas fue la encargada de juzgar a su hijo Oscuridad y dictó la siguiente sentencia:
Has pervertido la creación más pura y bella de este mundo.
Has sembrado el odio y la envidia.
Has corrompido las almas de seres inocentes para convertirlos a tu oscura causa.
Por eso, te condeno a pasar el resto de la eternidad en los Infiernos, una prisión creada por todos los dioses de bien para que allí sufras tormento en  la compañía de las almas que has condenado.
Todos los seres de este mundo que cultiven la violencia, el odio, la mentira y dañen a sus semejantes serán condenados a pasar la eternidad contigo.
Así fue como Materia condenó a su hijo Oscuridad a pasar el resto de la eternidad conviviendo con todas las almas malvadas del  Infierno.

-          Y aquí termina “La Balada del amanecer” – sentenció Elisea acariciando la página del libro mientras enderezaba la espalda en la silla-.
-          Pero sigue leyendo aún queda un trozo – dijo Lumi señalando la parte baja de la página-.
-          ¿Qué dices Lumi? La historia termina aquí, no lo ves – Eli puso el dedo justo al final del último párrafo donde veía claramente un espacio en blanco-.
-          Espera ¿me estás diciendo que no ves esta inscripción? Fíjate tiene una letra diferente  con un trazo mucho más puntiagudo y anguloso – Lumi seguía con el dedo un trozo en blanco en el papel-. Creo que es algo que solo puedo leer yo.
-          Es posible que haya algo oculto en este libro  y que solo tú poder puede revelarnos. Pero no te quedes ahí pasmado, lee en voz alta – le obligó Elisea con  entusiasmo-.
Entonces Lumi leyó:

Cuando Materia dictó sentencia, el cuerpo de Oscuridad comenzó a disolverse en el aire pero tuvo el tiempo justo de lanzar una profecía:
-         Me condenas madre, pero no ocultaré que os odio con todo mi poder a ti y a mis hermanos. Mas yo te digo que volveré a estas tierras. Conseguiré escapar de vuestra prisión y  las almas atormentadas serán mi ejército. Con ellos arrasaré este mundo y vuestra creación pues mi único anhelo es veros sufrir.
Volveré y engañaré, vuestros humanos me amarán como Jal ili Bou, el bello hombre y después me temerán cuando les revele que soy Gôr ohg mul que significa el Oscuro renacido.
Mi Hoz segara la Rosa y la barrera de los infiernos se abrirá liberando la muerte que acabará con el mundo. 
Lumi terminó la lectura y se dio cuenta que leer aquellas palabras en voz alta le había distorsionado la voz de una forma siniestra cargando la atmosfera de la habitación de una forma extraña, como si algo enfermo volara en el aire. Observó a su compañera Eli y advirtió que estaba temblando profundamente afectada. No levantaba la mirada del libro como si intentara leer lo que solo podían ver los ojos del muchacho. Finalmente la joven rompió el incómodo silencio:

-          Por favor Lumi, lee de nuevo los nombres de esa profecía oculta – solicitó con voz calmada-.
-          El primer nombre que pone es “Jal ili Bou” y el segundo es “Gôr ohg Mul” – volvió a leer el muchacho-.
-          Repítelos ahora más rápido – solicitó Eli con urgencia-.
Lumi no llegó a pronunciarlos, mentalmente se formaron dos nombres muy familiares en su cabeza Jálibu y Górmul, miró a su compañera que asentía con la cabeza como si le estuviera leyendo el pensamiento.
-          ¡Dios mío! Estamos hablando de Oscuridad –exclamó Lumi con miedo-.
-          Eso no es lo peor ¿recuerdas con qué arma mató Górmul al rey Rog?- preguntó Eli consternada-.
-          Dijeron que de su mano brotó un hoz oscura y que de un solo golpe acabó con el Rey – recordó Lumi que era muy bueno para quedarse con esos detalles-.
-          Eso nos lleva a la última frase “Mi hoz segará la Rosa y la barrera de los infiernos se abrirá…” Lumi ¿entiendes lo que quiere decir eso?- preguntó Eli muy agitada sin esperar respuesta- No podemos permitir que la Rosa Dorada llegue a manos de Górmul. Ha sido un terrible error forjarla. 

No había terminado Eli de decir su frase cuando unos golpetazos en la puerta los asustaron, alguien llamaba con urgencia. Lumi abrió la puerta preparado para cualquier cosa y encontró a Pepi, que muy fatigada, como si llevara un rato corriendo, les gritó:
-          ¡Rápido, tenéis que venir conmigo, la Rosa Dorada no está, la espada ha desaparecido!
Cuando Lumi reaccionó a las palabras de Pepi, se dio cuenta de que sus piernas temblaban. Nunca había sentido un miedo tan atroz ni tan voraz. Disimuló su desesperanza y empezó a correr mientras pensaba que si hubiera sido más aficionado a la lectura, aquella profecía se habría descubierto mucho antes.

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