domingo, 22 de abril de 2018

CAP 26: Trasvase de energía


Teilla y Diana intentaron  levantarse para  auxiliar a su compañera caída cuando  una luz blanca irrumpió entre los árboles justo tras el Liche. Una magia extraña bañó el claro donde se producía la pelea, la luminosidad se hizo tan intensa que pareció hacerse de día por unos instantes. Teilla sintió una extraña sensación de calma, el miedo y terror que hacía unos instantes la habían inmovilizado, se disipaban. Un insólito furor llenó su corazón, observó a Diana y comprobó que ella experimentaba algo parecido. Las dos se levantaron como resortes prestas a plantar cara a sus temores. 
Diana se cubrió los ojos e intentó vislumbrar al responsable del hechizo. Contempló una figura menuda que avanzaba tras la criatura pero una capa con capucha impedía reconocer cualquier rasgo de interés. Observaron atónitos como el Liche se revolvía dejando a su víctima en paz. Por alguna razón, la luz que bañaba el bosque dañaba al Liche. La criatura se mostraba incomoda, se  contorsionó olvidando a su presa y se escabulló entre la maleza lanzando horribles alaridos. 

La magia se desvaneció y las sombras volvieron a apoderarse de la foresta devolviendo la voz a la naturaleza. Por primera vez desde que pusieran el pie en aquel lugar, un murmullo de vida se dejó oír  en las cercanías; los grillos interpretaron su estridente tonada y los lobos llamaron a la luna.  

Una voz  captó la atención de las dos primas.
- ¡Rápido! - se dirigió  a Diana- coge a tu compañera, el Liche no tardará en volver para  terminar su trabajo. Tal vez aún no sea demasiado tarde para ella - añadió mirando el cuerpo inerte de Domi. 

Por alguna extraña razón Diana sintió florecer la esperanza en su corazón, quizás Domi podía salvarse. Sacando una fuerza enorme que ni tan siquiera ella pensaba que poseía, levantó el pesado cuerpo de su compañera con armadura y todo y lo apoyó sobre sus hombros. Al rozar la armadura, miles de astillas de hielo la hicieron estremecerse, el cuerpo de Domi estaba tan frío que le produjo temblores incontrolables. 

- Espera -dijo Teilla- No  podemos confiar en este desconocido, podría ser una trampa.
- Sea quien sea, tiene más poder que nosotras tres juntas, no sé como lo ha hecho pero ha puesto en retirada al Liche - rebatió Diana que ya caminaba tras el extraño-.
- Podéis venir conmigo o empezar a cavar una tumba para vuestra compañera, vosotras decidís… - gritó una voz desde la espesura.
Ante tal argumento, los miembros siguieron a su salvador con dificultad pues la capa que vestía parecía amoldarse a los colores del follaje que los rodeaba, desapareciendo y apareciendo a gran velocidad. Sus pies acariciaban la hierba con delicadeza, sin apenas dejar rastros. Diana jadeaba por el esfuerzo y sus músculos, entumecidos por la fría carga que soportaban, empezaron a protestar con ligeros calambres. 

- ¡Es aquí! -gritó por fin  su misterioso aliado mientras desaparecía a través de un frondoso arbusto. 

Las dos primas  lo siguieron con cierta desconfianza pero quedaron maravillados al observar lo que parecía un extraordinario refugio. Ni en días soleados y buscando a tal fin,  hubieran dado con semejante escondite. Tras el espeso manto de hojas se ocultaba una cabaña de un tamaño considerable. Teilla fue la última en entrar y contuvo un grito de sorpresa al ver que las ramas que hacían de entrada, se cerraban con voluntad propia manteniendo en secreto el  lugar.

Su misterioso salvador, desabrochó la capa y la arrojó a un perchero cercano. Diana no pudo contener su asombro: ¡Era una mujer!
- ¡Tú, túmbala aquí! - ordenó a Diana para que dejara a su compañera en un lecho cercano-. 

La joven  obedeció y dejó con delicadeza a Domi, lo cual fue un gran alivio para sus maltrechos hombros. Aprovechando la situación evaluó a su nueva aliada. Era una mujer de gran belleza, su piel era de color blanco níveo casi tranparente. Con cada movimiento, su melena azafranada se mecía como un mar de fuego. Aunque parecía menuda y frágil, desprendía un aura misteriosa que le hizo pensar a Diana que sería desaconsejable  entablar un combate con ella. En cualquier caso, si había alguna esperanza para  su compañera, pasaba por dejar hacer a la desconocida, pues nadie tenía los conocimientos curativos suficientes para enfrentar el toque de un Liche.
- ¿Puedes salvarla? -preguntó Teilla inquieta-.
Ignorando la pregunta, la anfitriona se dispuso a darle una segunda oportunidad a  la buena de Domi. Se inclinó sobre el pecho de la paciente tratando de adivinar el ritmo cardiaco. Chasqueó la lengua en un gesto de preocupación y alargando la mano, cogió una pluma de ganso que había sobre una mesita cercana. La situó frente a la nariz de la muchacha y evaluó durante unos segundos. Luego procedió a examinar la zona en la que había sido tocada por el Liche.

- Necesito que me ayudéis a quitarle las protecciones del brazo, necesito ver la piel - solicitó la misteriosa mujer. 

 Con ayuda de las dos primas le quitaron el brazalete y la hombrera derecha. Al hacerlo quedaron al descubierto los broches de la cota de malla y pudieron aflojarlos para remangar las anillas hasta el hombro dejando casi todo el brazo desnudo. La mujer observó detenidamente el antebrazo y confirmó sus temores;  la piel se estaba tornado negra.  Las venas se marcaban en la piel trazando surcos dolorosos inflamando el brazo a más del doble de su tamaño normal. Sin dudarlo, cogió un pequeño cortaplumas de su bolsillo y evocó algo de magia calentando la hoja al rojo vivo. 

- ¡Hey! ¿Qué piensas hacer con esa navaja? No estarás pensando en…- interrumpió Diana asustada-. 

La sanadora giró la cabeza con suavidad con un movimiento grácil y miró a los ojos a Diana. No hicieron falta palabras, la seguridad que destilaban sus ojos fueron suficientes para acallar sus miedos.
Con una delicadeza  y precisión asombrosas trazó un corte en forma de "U" aislando la corrupción del Liche y levantó la piel del brazo. 

- Ahora necesito que os deis la mano entre vosotras y tú- dijo mirando a Teilla- toma mi mano izquierda. 
Obedecieron y ante la mirada atónita de los presentes vieron como la sanadora introducía su mano libre bajo la piel del brazo de Domi. Diana hizo una mueca de desagrado al escuchar el viscoso chapoteo de los dedos al entrar en contacto con la sangre.
- Ahora necesito que las dos conjuréis vuestro poder elemental, como si quisierais hacer un hechizo -.
Al iniciar el conjuro, Teilla sintió una presencia en su interior.
"Tranquila, soy yo, deja que acceda a tu magia. No temas." 
La joven reconoció en su mente la voz de la mujer de cabellos de fuego que trataba de ayudar a Domi. Se relajó e hizo lo que le pedía.
Tras superar la sorpresa inicial, las dos primas hicieron fluir su magia como si fuera un torrente a través de los cuerpos. La mano de la sanadora comenzó a brillar con una luz que inundó la habitación. Diana sintió como sus músculos recobraban fuerza y desaparecía el dolor pero, poco a poco, la magia se concentró en el brazo de Domi. De pronto la luz cesó y sintieron como la presencia de la sanadora abandonaba sus mentes. 
- Esto es todo lo que puedo hacer por vuestra amiga. El toque de un Liche es prácticamente incurable. Ha sido una completa suerte que vuestra compañera vistiera armadura y cota de malla. El Liche no llegó a tocar su piel directamente y eso nos da algo de esperanza. Si os hubiera tocado a cualquiera de vosotras – dijo la mujer observando que ni Diana ni Teilla portaban armadura- habríais muerto en el acto.  He trasvasado parte de nuestra magia a su cuerpo para que la ayude a luchar contra la corrupción que se extiende por sus órganos. Ahora todo depende de su fortaleza y de sus ganas de vivir. 

Diciendo esto, la sanadora se levantó, caminó hacia una palangana con agua y se lavó minuciosamente los restos de sangre de las manos. Después cosió la piel del brazo y la cubrió con un ungüento que desprendía un agradable aroma a menta y tierra mojada. 

Teilla reparó en la curiosa distribución de la casa. La primera impresión era de desorden y caos. Había ropa, trastos y libros esparcidos por la estancia pero tras analizar con detenimiento la situación de cada cosa, se dio cuenta de que era un caos "ordenado". Los libros estaban mal colocados pero todos estaban situados en un mismo sitio, en una estantería y sus alrededores. Algunos estaban abiertos, otros colocados en vertical otros tumbados… era como si, ante la falta de espacio se hubieran ido apilando anárquicamente. El escritorio era otro maremágnum de pergaminos y notas, había montones de hojas escritas con una letra apresurada, como si los pensamientos de la autora le llevasen ventaja a la tinta que trataba de plasmarlos sobre el papel. No cabía duda que su anfitriona era una lectora voraz y una escritora con muchas vivencias que contar. 

- Venid -invitó la sanadora dirigiéndose a otra habitación-. He usado parte de vuestras reservas de magia para realizar el hechizo curativo si no coméis algo vuestras reservas se agotarán en breve y tenéis una misión importante por cumplir.
- ¿Cómo sabes lo de nuestra misión? - dijo Diana extrañada- No nos hemos presentado y no nos habíamos visto antes.
-  Conozco  bastante más de lo que desearía, Diana de los Eolirs y miembro del Consejo de los 18. Cuando entré en vuestras mentes para hacer uso de vuestra magia pude leer a mi antojo en vuestros recuerdos. Sé mucho de vosotras y veo que la misión que perseguís es noble. Espero que sepáis perdonarme por violar vuestra intimidad de esa manera pero no suelo invitar a desconocidos a mi hogar. Toda precaución es poca. 

Las dos primas  estaban visiblemente incómodas. Parte del éxito de su misión dependía del sigilo con el que intentaban llevarla a cabo. Ahora no tenían más remedio que confiar en que su nueva aliada les guardara el secreto. Hasta entonces, los había ayudado en todo pero seguía siendo una completa desconocida. 

- Creo que lo justo, es que al menos te presentes -dijo Teilla sin ocultar cierto tono de desconfianza-.
- Bueno, también sería justo que vosotras mostrarais un poco de agradecimiento por haberos salvado - contestó con cierto sarcasmo la sanadora.
Las dos agacharon la cabeza acusando el golpe, lo cierto es que si no las hubiera auxiliado  la misión de encontrar a los duendes habría terminado casi antes de empezar.
- Tienes razón- aceptó Teilla-  no queríamos ser tan descorteses. Le agradecemos todo lo que ha hecho por nosotros señorita…
- Elarien, mi nombre es Elarien- terminó la frase la sanadora. 

5 comentarios:

  1. Esta muy bonita delante de dios TEIYA

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  2. Esta mu boniquilla por mis sobrinos por mis nietos y por to DIANA

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  3. Por la mama que esta to guapa PEPI

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  4. Que bien!! Elarien tiene una carta!! Seguro que le encanta a la sanadora. Me ha gustado muchísimo el capítulo.

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  5. Juan maestro por los pajarillos que tu historia esta que te chupa los dedos

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