Teilla y Diana
intentaron levantarse para auxiliar a su compañera caída cuando una luz blanca irrumpió entre los árboles
justo tras el Liche. Una magia extraña bañó el claro donde se producía la pelea,
la luminosidad se hizo tan intensa que pareció hacerse de día por unos
instantes. Teilla sintió una extraña sensación de calma, el miedo y terror que
hacía unos instantes la habían inmovilizado, se disipaban. Un insólito furor
llenó su corazón, observó a Diana y comprobó que ella experimentaba algo
parecido. Las dos se levantaron como resortes prestas a plantar cara a sus
temores.
Diana se
cubrió los ojos e intentó vislumbrar al responsable del hechizo. Contempló una
figura menuda que avanzaba tras la criatura pero una capa con capucha impedía
reconocer cualquier rasgo de interés. Observaron atónitos como el Liche se
revolvía dejando a su víctima en paz. Por alguna razón, la luz que bañaba el
bosque dañaba al Liche. La criatura se mostraba incomoda, se contorsionó olvidando a su presa y se
escabulló entre la maleza lanzando horribles alaridos.
La magia se
desvaneció y las sombras volvieron a apoderarse de la foresta devolviendo la
voz a la naturaleza. Por primera vez desde que pusieran el pie en aquel lugar,
un murmullo de vida se dejó oír en las
cercanías; los grillos interpretaron su estridente tonada y los lobos llamaron
a la luna.
Una voz captó la atención de las dos primas.
- ¡Rápido! - se dirigió a Diana- coge a tu compañera, el Liche no
tardará en volver para terminar su
trabajo. Tal vez aún no sea demasiado tarde para ella - añadió mirando el
cuerpo inerte de Domi.
Por alguna
extraña razón Diana sintió florecer la esperanza en su corazón, quizás Domi
podía salvarse. Sacando una fuerza enorme que ni tan siquiera ella pensaba que
poseía, levantó el pesado cuerpo de su compañera con armadura y todo y lo apoyó
sobre sus hombros. Al rozar la armadura, miles de astillas de hielo la hicieron
estremecerse, el cuerpo de Domi estaba tan frío que le produjo temblores
incontrolables.
- Espera -dijo Teilla- No podemos confiar en este desconocido, podría
ser una trampa.
- Sea quien sea, tiene más poder
que nosotras tres juntas, no sé como lo ha hecho pero ha puesto en retirada al Liche
- rebatió Diana que ya caminaba tras el extraño-.
- Podéis venir conmigo o empezar
a cavar una tumba para vuestra compañera, vosotras decidís… - gritó una voz
desde la espesura.
Ante tal
argumento, los miembros siguieron a su salvador con dificultad pues la capa que
vestía parecía amoldarse a los colores del follaje que los rodeaba,
desapareciendo y apareciendo a gran velocidad. Sus pies acariciaban la hierba
con delicadeza, sin apenas dejar rastros. Diana jadeaba por el esfuerzo y sus
músculos, entumecidos por la fría carga que soportaban, empezaron a protestar
con ligeros calambres.
- ¡Es aquí! -gritó por fin su misterioso aliado mientras desaparecía a
través de un frondoso arbusto.
Las dos primas
lo siguieron con cierta desconfianza
pero quedaron maravillados al observar lo que parecía un extraordinario
refugio. Ni en días soleados y buscando a tal fin, hubieran dado con semejante escondite. Tras el
espeso manto de hojas se ocultaba una cabaña de un tamaño considerable. Teilla
fue la última en entrar y contuvo un grito de sorpresa al ver que las ramas que
hacían de entrada, se cerraban con voluntad propia manteniendo en secreto el lugar.
Su misterioso
salvador, desabrochó la capa y la arrojó a un perchero cercano. Diana no pudo
contener su asombro: ¡Era una mujer!
- ¡Tú, túmbala aquí! - ordenó a Diana
para que dejara a su compañera en un lecho cercano-.
La joven obedeció y dejó con delicadeza a Domi, lo cual
fue un gran alivio para sus maltrechos hombros. Aprovechando la situación
evaluó a su nueva aliada. Era una mujer de gran belleza, su piel era de color
blanco níveo casi tranparente. Con cada movimiento, su melena azafranada se
mecía como un mar de fuego. Aunque parecía menuda y frágil, desprendía un aura
misteriosa que le hizo pensar a Diana que sería desaconsejable entablar un combate con ella. En cualquier
caso, si había alguna esperanza para su compañera,
pasaba por dejar hacer a la desconocida, pues nadie tenía los conocimientos
curativos suficientes para enfrentar el toque de un Liche.
- ¿Puedes salvarla? -preguntó Teilla
inquieta-.
Ignorando la
pregunta, la anfitriona se dispuso a darle una segunda oportunidad a la buena de Domi. Se inclinó sobre el pecho
de la paciente tratando de adivinar el ritmo cardiaco. Chasqueó la lengua en un
gesto de preocupación y alargando la mano, cogió una pluma de ganso que había
sobre una mesita cercana. La situó frente a la nariz de la muchacha y evaluó
durante unos segundos. Luego procedió a examinar la zona en la que había sido
tocada por el Liche.
- Necesito que me ayudéis a
quitarle las protecciones del brazo, necesito ver la piel - solicitó la
misteriosa mujer.
Con ayuda de las dos primas le quitaron el
brazalete y la hombrera derecha. Al hacerlo quedaron al descubierto los broches
de la cota de malla y pudieron aflojarlos para remangar las anillas hasta el
hombro dejando casi todo el brazo desnudo. La mujer observó detenidamente el
antebrazo y confirmó sus temores; la
piel se estaba tornado negra. Las venas
se marcaban en la piel trazando surcos dolorosos inflamando el brazo a más del
doble de su tamaño normal. Sin dudarlo, cogió un pequeño cortaplumas de su
bolsillo y evocó algo de magia calentando la hoja al rojo vivo.
- ¡Hey! ¿Qué piensas hacer con
esa navaja? No estarás pensando en…- interrumpió Diana asustada-.
La sanadora
giró la cabeza con suavidad con un movimiento grácil y miró a los ojos a Diana.
No hicieron falta palabras, la seguridad que destilaban sus ojos fueron
suficientes para acallar sus miedos.
Con una delicadeza y precisión asombrosas trazó un corte en forma
de "U" aislando la corrupción del Liche y levantó la piel del brazo.
- Ahora necesito que os deis la
mano entre vosotras y tú- dijo mirando a Teilla- toma mi mano izquierda.
Obedecieron y ante la mirada
atónita de los presentes vieron como la sanadora introducía su mano libre bajo
la piel del brazo de Domi. Diana hizo una mueca de desagrado al escuchar el viscoso
chapoteo de los dedos al entrar en contacto con la sangre.
- Ahora necesito que las dos
conjuréis vuestro poder elemental, como si quisierais hacer un hechizo -.
Al iniciar el conjuro, Teilla
sintió una presencia en su interior.
"Tranquila, soy yo, deja que
acceda a tu magia. No temas."
La joven
reconoció en su mente la voz de la mujer de cabellos de fuego que trataba de
ayudar a Domi. Se relajó e hizo lo que le pedía.
Tras superar la sorpresa inicial,
las dos primas hicieron fluir su magia como si fuera un torrente a través de
los cuerpos. La mano de la sanadora comenzó a brillar con una luz que inundó la
habitación. Diana sintió como sus músculos recobraban fuerza y desaparecía el
dolor pero, poco a poco, la magia se concentró en el brazo de Domi. De pronto
la luz cesó y sintieron como la presencia de la sanadora abandonaba sus mentes.
- Esto es todo lo que puedo hacer
por vuestra amiga. El toque de un Liche es prácticamente incurable. Ha sido una
completa suerte que vuestra compañera vistiera armadura y cota de malla. El
Liche no llegó a tocar su piel directamente y eso nos da algo de esperanza. Si
os hubiera tocado a cualquiera de vosotras – dijo la mujer observando que ni
Diana ni Teilla portaban armadura- habríais muerto en el acto. He trasvasado parte de nuestra magia a su
cuerpo para que la ayude a luchar contra la corrupción que se extiende por sus
órganos. Ahora todo depende de su fortaleza y de sus ganas de vivir.
Diciendo esto,
la sanadora se levantó, caminó hacia una palangana con agua y se lavó
minuciosamente los restos de sangre de las manos. Después cosió la piel del
brazo y la cubrió con un ungüento que desprendía un agradable aroma a menta y
tierra mojada.
Teilla reparó
en la curiosa distribución de la casa. La primera impresión era de desorden y
caos. Había ropa, trastos y libros esparcidos por la estancia pero tras
analizar con detenimiento la situación de cada cosa, se dio cuenta de que era
un caos "ordenado". Los libros estaban mal colocados pero todos
estaban situados en un mismo sitio, en una estantería y sus alrededores.
Algunos estaban abiertos, otros colocados en vertical otros tumbados… era como
si, ante la falta de espacio se hubieran ido apilando anárquicamente. El
escritorio era otro maremágnum de pergaminos y notas, había montones de hojas
escritas con una letra apresurada, como si los pensamientos de la autora le
llevasen ventaja a la tinta que trataba de plasmarlos sobre el papel. No cabía
duda que su anfitriona era una lectora voraz y una escritora con muchas
vivencias que contar.
- Venid -invitó la sanadora
dirigiéndose a otra habitación-. He usado parte de vuestras reservas de magia
para realizar el hechizo curativo si no coméis algo vuestras reservas se
agotarán en breve y tenéis una misión importante por cumplir.
- ¿Cómo sabes lo de nuestra
misión? - dijo Diana extrañada- No nos hemos presentado y no nos habíamos visto
antes.
-
Conozco bastante más de lo que
desearía, Diana de los Eolirs y miembro del Consejo de los 18. Cuando entré en
vuestras mentes para hacer uso de vuestra magia pude leer a mi antojo en
vuestros recuerdos. Sé mucho de vosotras y veo que la misión que perseguís es
noble. Espero que sepáis perdonarme por violar vuestra intimidad de esa manera
pero no suelo invitar a desconocidos a mi hogar. Toda precaución es poca.
Las dos primas estaban visiblemente incómodas. Parte del
éxito de su misión dependía del sigilo con el que intentaban llevarla a cabo.
Ahora no tenían más remedio que confiar en que su nueva aliada les guardara el
secreto. Hasta entonces, los había ayudado en todo pero seguía siendo una
completa desconocida.
- Creo que lo justo, es que al
menos te presentes -dijo Teilla sin ocultar cierto tono de desconfianza-.
- Bueno, también sería justo que
vosotras mostrarais un poco de agradecimiento por haberos salvado - contestó
con cierto sarcasmo la sanadora.
Las dos agacharon la cabeza
acusando el golpe, lo cierto es que si no las hubiera auxiliado la misión de encontrar a los duendes habría
terminado casi antes de empezar.
- Tienes razón- aceptó Teilla- no queríamos ser tan descorteses. Le
agradecemos todo lo que ha hecho por nosotros señorita…
- Elarien, mi nombre es Elarien-
terminó la frase la sanadora.
Esta muy bonita delante de dios TEIYA
ResponderEliminarEsta mu boniquilla por mis sobrinos por mis nietos y por to DIANA
ResponderEliminarPor la mama que esta to guapa PEPI
ResponderEliminarQue bien!! Elarien tiene una carta!! Seguro que le encanta a la sanadora. Me ha gustado muchísimo el capítulo.
ResponderEliminarJuan maestro por los pajarillos que tu historia esta que te chupa los dedos
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