jueves, 5 de abril de 2018

CAP 23: La Gran Asamblea


Por fin llegó el momento de la asamblea, el sol se ponía en el Oeste, el horizonte quedaba bañado por una luz dorada que aumentaba la majestuosidad de la Pirámide Elemental. Cuatro torres se erguían en las esquinas del edificio, una para cada elemento. En su interior, un laberinto de salas albergaba las reliquias y joyas más poderosas  de Dámbil. Era el lugar más importante de todo el Bastión, una magia antigua e indescifrable se centraba en aquel lugar.



El salón donde se celebraba la asamblea era una gran cámara circular con altos techos sustentados sobre robustas columnas de piedra. En el centro, una gran mesa circular  con 18 sillas, daban asiento a los miembros del Consejo. En los laterales, había dispuestas  unas gradas para los invitados a la asamblea. Gentes de otras razas y tribus que por su importancia, habían sido llamados para buscar soluciones y acabar con la maldad de Górmul. 



- Hermanos del Consejo - dijo Luis Gabriel, líder de los 18, que se encontraba sentado en la parte central de la gran mesa- damos comienzo a la Gran Asamblea. A partir de ahora, y según las leyes del Bastión, nadie podrá salir de esta sala. Ruego que haya orden y que hablemos con gentileza. Todas las opiniones serán respetadas y escuchadas. 



          Un manto de silencio cubría por completo la estancia. Tan solo algún carraspeo aislado o la tímida tos de algún asistente rompían la mágica atmósfera de la sala. Luis Gabriel continuó su intervención con la solemnidad de la que era merecedora la ocasión.                                   



- Ahora, le cedo la palabra a Titón, miembro más veterano del Consejo. Él combatió cuerpo a cuerpo contra Górmul y fue testigo del mal que nos amenaza, es justo que su intervención sea la primera -diciendo esto señaló al anciano y tomó asiento para escucharlo-.


- Hemos sido convocados -comenzó a decir Titón que ya estaba  más recuperado- para atajar el mal que se cierne sobre Dámbil.



La sala contenía la respiración, algunos se agitaron nerviosos al escuchar las palabras con las que el viejo Flaimer comenzaba la asamblea.



- Nuestro mundo está en serio peligro -continuó Titón-. Aquel que conocíamos como Jálibu, y ahora se hace llamar Górmul, ha logrado por medio de la magia negra hacerse con un ejército indestructible. Durante el combate que entablamos cuerpo a cuerpo, nuestras espadas se quebraron liberando una magia desconocida que despertó a los muertos de su descanso.  Esas criaturas se mueven por instintos destructivos, pero lo más preocupante es que obedecen las órdenes de Górmul. Ahora cuenta con una legión incontable y arrasa todo a su paso.



En las gradas se  alzaron  gritos de asombro y terror.

- No nos queda más remedio que abordar con premura este problema, o luchamos juntos o sucumbiremos todos- sentenció Titón.



Los asistentes cuchichearon y afirmaron con sus cabezas.

- Siento deciros que no tengo ningún plan, pues el horror al que nos enfrentamos es superior a mis conocimientos. A partir de ahora, los aquí congregados expondrán las soluciones que les parezcan más adecuadas y tomaremos la decisión que sea más beneficiosa para Dámbil.



Hubo unos instantes de silencio. Uno de los orcos de las gradas se levantó y dijo con voz grave:

- Mis señores, mi nombre es Oglak, de la tribu de los Cuervos. Mi clan se vio obligado a plantar cara a los no-muertos. Nos superaban en número pero afrontamos la batalla con valentía. Los esqueletos luchaban ferozmente y al final nos vencieron. Mis gentes fueron masacradas y solo unos pocos conseguimos huir. Este enemigo al que nos enfrentamos es la peor de las ruinas; están muertos y no tienen miedo, no sienten dolor, no se cansan, no necesitan beber ni comer, son  perfectas maquinas de destrucción. ¡¡¿¿Qué podemos hacer??!!



El pobre Oglak cayó desplomado sobre su asiento y comenzó a llorar de impotencia. Los asistentes bajaron la cabeza en señal de respeto. Juan  de los Wouters tomó la palabra. 



- Los no-muertos se reagrupan. Hasta ahora solo se les ha visto en grupos pequeños. Se dice que el ejército que reúne Górmul en el norte es inmenso, varios cientos de miles de esas abominaciones marcharán por las tierras de Dámbil arrancando todo rastro de vida a su paso.



Está vez todos hablaron al mismo tiempo, la pirámide se llenó de un rumor ensordecedor. Todos gritaban ¡Estamos perdidos! ¡Son invencibles! ¡Nada podrá salvarnos! Reinaba el desánimo entre los presentes.  



En su asiento Lumi meditaba profundamente. Junto con su compañera Elisea había descubierto algo terrible en el libro “La balada del amanecer”. Su timidez lo retenía en su asiento, inseguro y temeroso de meter la pata, prefería evitar hablar en público. Sumido en sus pensamientos, una idea se abrió paso con claridad, la gravedad de la situación lo empujó a tomar una decisión: Hablaría, lo que tenía que decir era mucho más importante que todos sus miedos. Levantó la mano y esperó.  

Luis Gabriel vio el gesto de Lumi y alzó ambos brazos pidiendo silencio y llamó al orden.

- Lumi, amigo, te escuchamos  - dijó Luis Gabriel cuando ya se hubieron calmado todos. 

Lumi se levantó y se ajustó los ropajes, trató de tragar saliva y comprobó que su boca se había secado, se puso nervioso y miró frenéticamente a los lados preso del pánico. Una mano se posó en su antebrazo, y la calidez del tacto lo reconfortó. Dirigió su mirada hacía la mano y recorrió lentamente con la mirada el resto de la extremidad hasta que sus ojos se posaron en el rostro de Elisea. Su compañera había leído junto a él, la terrible profecía de la “Balada del Amanecer”. Elisea sonrió a su amigo y le hizo un gesto con la cabeza para que continuara. Para Lumi, aquel apoyo sincero, fue suficiente para reunir el valor que le faltaba y alzó la voz, clara y segura:



-         Me condenas madre, pero no ocultaré que os odio con todo mi poder a ti y a mis hermanos. Mas yo te digo que volveré a estas tierras. Conseguiré escapar de vuestra prisión y  las almas atormentadas serán mi ejército. Con ellos arrasaré este mundo y vuestra creación pues mi único anhelo es veros sufrir.

Volveré y engañaré, vuestros humanos me amarán como Jal ili Bou, el bello hombre y después me temerán cuando les revele que soy Gôr ohg mul que significa el Oscuro renacido.

Mi Hoz segará la Rosa y la barrera de los infiernos se abrirá liberando la muerte que acabará con el mundo.



Lumi acababa de recitar de memoria la profecía encontrada dentro de la “Balada del amanecer”. Las palabras sembraron la duda entre todos los presentes que aún trataban de entender que había querido decir el joven. Lumi se percató de que debía explicarse mejor y volvió a alzar la voz.



- Las palabras que acabo de pronunciar pertenecen a una profecía oculta en uno de los libros más sagrados de nuestros ancestros, “La Balada del amanecer”. Como sabéis- continuó Lumi- poseo una extraña habilidad para encontrar textos ocultos y esto fue lo que leí en el libro que narra la creación de nuestro mundo. Como podéis observar, no nos enfrentamos a un enemigo cualquiera, todo indica que nos enfrentamos al primer hijo de Luz y Materia; OSCURIDAD



La respiración contenida y los rostros de asombro eran un cuadro perfecto del terror que se dibujó en la cara de la mayoría. Luis Gabriel miró a Lumi y agradeció con un gesto su intervención. El líder de los 18 no sabía muy bien qué hacer, la profecía retumbaba en su cabeza como el estribillo de una de esas molestas canciones que no puedes evitar repetir mentalmente. Intentando salir de aquel bucle, sitió que quizás otra profecía podía ayudar y tomó la palabra para llamar a una de sus compañeras.



- Teilla, necesitamos saber qué has visto en tus visiones. Quizás puedan ayudarnos a encontrar un camino o a iluminarnos para tomar una decisión adecuada para este problema.


La muchacha observaba con gravedad y aún hacía la digestión de las palabras vertidas por su compañero Lumi. Si Jálibu era Oscuridad, eso podría explicar su falta de visiones durante la estancia de éste en el Bastión. Solo el poder inmenso de un dios podía bloquear de forma tan contundente su clarividencia.

- Siento decir que mis sueños y visiones han sido especialmente enigmáticas durante estos días. Hasta ahora solo he visto varias imágenes inconexas  que se repiten una y otra vez. Una de ellas es un águila majestuosa que vuela sobre el Bastión. En otra  veo una piedra azul que brilla con gran intensidad. Finalmente mis visiones terminan del mismo modo; observo una llama poderosa que arde con fuerza pero, de repente, empieza a menguar hasta que, finalmente, se apaga totalmente. Siento no poder ser más clara pues desconozco el significado de estos símbolos.



Desanimada, la joven adivina volvió a tomar asiento. Las voces y murmullos surgieron  de nuevo en el salón. De pronto, una figura se alzó en las gradas. Iba totalmente cubierto con una túnica y una capucha de tonos marrones. Centella lo reconoció al instante; era el hombre misterioso que había visto en la taberna del Unicornio Feliz, allí, le llamó la atención el poder que desprendía pero ahora era más evidente.



- Tal vez yo pueda dar respuesta a esas visiones- la voz del encapuchado resonó con una fuerza inusitada que silenció la algarabía.



Los asistentes dirigieron la vista a las gradas y aguardaron una explicación.



El encapuchado permaneció erguido, con postura orgullosa, todos callaron al verlo. Cuando el silencio se hizo en la sala, se echó su capucha hacia atrás y descubrió su rostro. Ante el Consejo apareció un hombre entrado en años, su rostro era rígido y severo, desprendía sabiduría. Su voz retumbó potente en la sala ampliada por algún extraño conjuro.



- Mi señor ¿Quién se supone que sois? - interrogó Luis Garbiel educadamente, rompiendo el incomodo silencio.

- Vivo desde hace tanto tiempo que he olvidado mi nombre, algunos me llaman "El Errante" y otros prefieren llamarme Águila. Podéis llamarme como os plazca, Luis Gabriel, líder del Consejo.

- ¡¡¡Águila!!!- exclamó la seño Victoria que hasta entonces había seguido atenta toda la asamblea desde su asiento-. Mi señor -dijo refiriéndose al anciano-  he leído casi todos los tomos de nuestra biblioteca y he observado que en algunos casos se mencionaba el nombre de Águila para referirse a un encapuchado que solía aparecer en Dámbil en tiempos de oscuridad.



Victoria, explicaría más tarde que Águila era un personaje mencionado en las historias de catástrofes en Dámbil. Siempre aparecía en momentos de necesidad para aconsejar a los defensores del bien. Si Victoria estaba en lo cierto, Águila debía contar siglos y siglos de edad, por eso se extendió la leyenda de que era un enviado de los mismísimos dioses. 


- Es cierto, querida Victoria, muchos textos han hablado de mí, pero eso carece de importancia en este momento. La profecía que nos ha recitado Iluminado y las señales de vuestra adivina Teilla son de vital importancia,  mas creo que la visión del águila ha quedado más que explicada después de mi presentación. Yo soy ese "Águila" que sobrevuela el Bastión y vengo a traeros un mensaje de esperanza. -Hizo una ligera pausa antes de explicarse, miró a todos los congregados y con voz segura y autoritaria continuó-. Hasta ahora todos pensábamos que el cataclismo que surgió al romperse la Rosa Dorada, cuando chocó contra la Hoz de Górmul, es la responsable de romper la barrera entre los vivos y los muertos, pero eso no es del todo cierto. Decidme -dijo dirigiéndose a la asamblea- ¿Cuántos de vosotros habéis visto volver a la vida a vuestros familiares? ¿Quién ha visto levantarse los cuerpos de las buenas gentes de Dámbil?



- ¡¡Es cierto!! ¡¡Tiene razón!! Resonaron las voces en los techos de la pirámide.

- Eso se debe a que solo han resucitado los malvados, solo sus corrompidas almas vuelven a Dámbil para buscar venganza, para calmar su sed de sangre y sembrar la angustia -aclaró Águila-. Fueron las puertas del Infierno las que se abrieron con la explosión de la Rosa Dorada, son las almas condenadas las que escaparon e invaden nuestro mundo. Por desgracia, tal y como nos ha contado Lumi,  nuestro enemigo es nada menos que el dios de la oscuridad, aquel al que vosotros llamáis Górmul.


Joaquín se levantó agitado, golpeó la mesa con su puño y gritó en voz alta:

- Mis espadas se encargarán de devolver, uno a uno, a esos asquerosos al corazón del infierno.

-Calmaos, Joaquín -dijo Águila con voz sosegada. Vuestra espada nada puede hacer contra los No-muertos. Podéis frenarlos momentáneamente, romper sus huesos e incluso incinerarlos pero su alma maldita buscará otro cadáver cercano donde alojarse y se volverá a levantar.



En la pirámide sonaron las voces suplicantes de los asistentes "¿qué podemos hacer?" preguntaban ansiosos.



- Solo hay una manera de pararlos. Hay que volver a encerrar sus almas –sentenció Águila-.

Titón tomó la palabra y preguntó.

- Maese Águila ¿Cómo podríamos encerrar sus almas? Necesitaríamos de una magia increíblemente poderosa, nadie en Dámbil podría hacer un hechizo semejante.

- Vuestra adivina os ha dado la clave...”veo una piedra azul que brilla con gran intensidad” -dijo Águila recordando textualmente las palabras de Teilla-. Hay una antigua reliquia llamada Zafiro de Estrella. Ese Zafiro tiene el poder de custodiar y guardar las almas en su interior. Si conocéis la historia de Élestor y Rínuviel sabréis que es verdad lo que digo.

- ¡Es cierto!- exclamó Finred desde las gradas.

- ¡Pero sería imposible! -dijo Rosa desde su asiento. En caso de poder guardar las almas en el interior del Zafiro, tardaríamos siglos en hacerlo. Estamos hablando de encerrar una a una las almas de cientos de miles de enemigos, antes de conseguirlo, Dámbil resultaría  arrasada. 

- Tal vez tengas razón Rosa, guardiana de la biblioteca - aceptó Águila-. Pero aún queda una posibilidad. El edificio en el que nos encontramos fue construido en tiempos inmemorables con una magia asombrosa. El poder que hay en este lugar sería suficiente como para ampliar la fuerza del Zafiro. Si encontrásemos la piedra y pudiéramos llevarla hasta la cima de esta Pirámide -dijo señalando al techo- podríamos atrapar todas las almas que estuvieran dentro de un radio de 5 kilómetros del Bastión.

- Pero esa idea no tiene sentido -rebatió Rosa. - ¿De qué nos sirve traer la piedra aquí? Estamos a varios kilómetros flotando sobre tierra firme. Nuestros enemigos se encuentran al Norte, a varios días de camino del Bastión.

- Entonces el Bastión tendrá que bajar a tierra firme -sentenció Águila. 



La sala se colmó de nuevo de rumores y de exclamaciones ¡¡Es una locura!! Decían unos ¡¡El Bastión estaría perdido en tierra firme!! Gritaban otros. Y así se sucedieron unos minutos llenos de confusión y de discusiones. Fue entonces cuando un fogonazo iluminó la sala, todos callaron y vieron a Titón con su bastón alzado. Había realizado un pequeño truco, algo parecido a un destello mágico para llamar la atención de los congregados.  

- Creo que comienzo entender el plan. Oscuridad, es decir, Górmul ansía sobre todas las cosas, destruir todo rastro de vida, y por encima de todo, acabar con todos nosotros pues el Bastión y el Consejo representan los valores de la bondad que él aborrece profundamente. Pues bien, le pondremos el Bastión en bandeja de plata, eliminaremos la magia que permite flotar a la ciudad y bajaremos la fortaleza a tierra firme. Será un cebo perfecto. Estoy seguro de que atacará el Bastión con todo su ejército, pues sabe que acabando con nosotros logrará poner el mundo mágico a sus pies. Cuando nuestros enemigos nos invadan y estén lo suficientemente cerca, haremos uso del Zafiro de Estrella y pondremos fin a esta pesadilla. 

- Así es querido Titón - dijo sonriente Águila. Es la única esperanza que le queda a Dámbil.




Entonces Yumara se levantó alterada y gritó, como era su costumbre. 

- ¡Nada se sabe del Zafiro de Estrella, y ni tan siquiera sabemos dónde empezar a buscarlo!

- ¡¡Yo sí!! -dijo Diana. Un día intentado construir un bastón con unas gemas especiales me tope con algunas dudas y  tuve que recurrir a la información de nuestros libros. Encontré un tomo viejo en la biblioteca relacionado con todo tipo de piedras preciosas y había unos apuntes sobre el Zafiro, al  parecer los últimos en poseer el Zafiro fueron los orcos que habitaban las montañas del Noroeste...

- ¡¡Esperad!! -gritó Domi, la guardiana del Bastión. Soy la única que se ha dado cuenta de que cuando el Bastión esté en tierra firme, seremos atacados por el inmenso ejército de Górmul. ¿Qué pasará entonces?


Otra vez  las voces alteradas de los asistentes hicieron del salón una desquiciada algarabía. Todos hablaban al mismo tiempo hasta que Luis Gabriel pidió orden y tomó el turno de palabra.

- Es cierto, no tenemos más remedio que prepararnos para el ataque. Es posible que el Bastión quede sitiado y nadie pueda entrar ni salir. Es necesario que contemos con alimento suficiente para aguantar el mayor número días posibles ¡¡Elisea de los Wouters!!- llamó Luis Gabriel- ¿De qué suministros disponemos en el Bastión? 



Elisea era la intendente del Bastión, gestionaba todas las riquezas y suministros de la Ciudadela,  además era la responsable de vigilar que la magia que mantenía la fortaleza en el aire no se debilitara y siempre estuviera en perfectas condiciones.



- Los almacenes del Bastión están bajo mínimos – contestó Eli.- Desde que sucedió el cataclismo, muchas aldeas han dejado de mandarnos los alimentos que solíamos comprarles. Muchas tierras han sido arrasadas por las hordas de muertos. Teniendo en cuenta que harían falta muchos defensores para resistir las acometidas de Górmul, estimo que podríamos aguantar 5 días, como mucho 6, si no se desperdicia nada.



- Entonces no hay tiempo que perder. Sí solo contamos con seis días, cuanto antes bajemos el Bastión a tierra firme, mejor. No podemos esperar a quedarnos sin comida para tender la trampa a nuestro enemigo- dijo Titón-.

- Elisea, a ti te encomiendo la tarea de bajar el Bastión a tierra firme. Estamos en tus manos -dijo Luis Gabriel- Y está es la última orden que doy como líder del Consejo pues desde ahora mismo manifiesto mi deseo de partir en la búsqueda del Zafiro y dejaré al mando a Rosa de los Flaimers, siguiente en la línea de mando.

Todos enmudecieron ante el anuncio de Luis Gabriel. Rosa palideció, de repente se había convertido en la líder de una fortaleza que sería atacada por varios cientos de miles de muertos. Haciendo un gran esfuerzo por mantener la calma, se levantó y tomó la palabra.



- ¿Por qué Luis Gabriel? ¿Por qué eludes tus responsabilidades en un momento tan difícil como este? – interrogó Rosa visiblemente afectada por el anuncio de su líder-.

- No quiero quitarme responsabilidades, de hecho esta es la decisión más responsable que he tomado nunca. En este momento necesitamos que sean los mejores los que estén al mando y yo he demostrado con mis decisiones no estar a la altura de la situación. Cometí el error de dejar entrar a Jálibu, dejé que nos robaran, los orcos nos declararon la guerra y aprobé que se forjara la Rosa Dorada, un error que sirvió para abrir las puertas del infierno-.

- Pero estás siendo demasiado duro contigo mismo –le interrumpió Rosa- esos errores no son solo  responsabilidad tuya.

- Lo sé, pero tampoco me veo capaz de gestionar la defensa del Bastión. Tú me conoces Rosa, soy impetuoso y me dejo llevar por mis emociones. Necesitamos una persona como tú, capaz de pensar y mantener la cabeza fría llegado el momento. Por favor, permíteme enmendar mis errores yendo a buscar el Zafiro – el tono de voz de Luis Gabriel era suplicante y consiguió aplacar el rechazo inicial de Rosa-.



La muchacha sitió que el liderazgo que se le entregaba pesaba como una capa fabricada con escamas de metal. Siempre había soñado con ser la líder del Consejo, pero jamás imaginó que cuando llegara ese momento tendría tanto miedo. Alzo el rostro y miró en rededor. Las caras de los asistentes a la asamblea  lucían un pequeño brillo. Aquel anciano les había regalado una solución. Decidió, que por sus ancestros, la llevaría a buen puerto. Reunió todo el valor que pudo y matizo su voz para darle la seguridad que todos necesitaban.  



- Está bien, acepto el mando del Bastión. Mañana por la mañana os daré a cada uno vuestras obligaciones. Solo tenemos una posibilidad de terminar con esta pesadilla, si trabajamos juntos podemos conseguirlo. Al alba nos veremos en las puertas ¡¡Por Dámbil!! –gritó Rosa con voz resuelta-.

- ¡¡Por Dámbil!! – Gritaron todos los presentes- .



Las paredes amortiguaron aquel grito que alzó los corazones y Águila, desde su asiento, sintió que aún quedaba esperanza.


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