jueves, 10 de mayo de 2018

CAP 30: Almacén orco


Antonio oteaba la delgada línea del horizonte mientras disfrutaba de la serenidad que le brindaba la soledad de las murallas. La altura del sol indicaba la llegada del medio día y el calor se acusaba incluso en las zonas más altas del Bastión.  Con los brazos cruzados tras la espalda, caminaba parsimoniosamente haciendo tintinear los remaches de su armadura. Su encargo era defender las murallas durante el inminente ataque de la horda de muertos. Tal  y como le había pedido Rosa, debía revisar las máquinas de asedio y potenciarlas para lanzar fuego sobre el enemigo. Para hacerlo contaba con la ayuda de varios duendes especializados en el manejo de máquinas.
- Sónic –dijo Antonio llamando a un duende de piel azulada que trasteaba una catapulta- necesito que revises estos engranajes, el resorte no funciona y si no lo solucionamos, esta catapulta será tan inofensiva como un gatito dormido en su cesto.
- Es complicado –contestó el duende- estas catapultas están diseñadas para lanzar rocas pero no para lanzar fuego, el exceso de calor hace que el resorte se rompa.
- Hay que encontrar  alguna solución, ve a la herrería y pregunta a los herreros, necesitamos que el resorte aguante bien el calor y los herreros conocen mejor que nadie los materiales adecuados para solucionar este problema – ordenó Antonio al pequeño duende-.
El muchacho se quedó pensativo mientras asumía que durante un buen rato no podría trabajar. Paseaba de un lado a otro de la muralla cuando se alarmó ligeramente  al percibir el sonido de los engranajes  y cadenas que alzaban el rastrillo de la puerta principal. Aceleró el paso y se inclinó  sobre las almenas. Tres personas a caballo abandonaban el Bastión, iban poco pertrechadas y vestían ropajes similares a los de los exploradores;  túnica o coraza de cuero, arco y espada ligera. 

- ¿Quién va? -gritó Antonio desde las alturas.
- ¡Buenas tardes, Antonio! -respondieron  los jinetes mirando hacia su posición-.
Ahora, el joven flaimer pudo reconocerlas, eran Yumara, Cande y la seño Lola"¿qué se traían entre manos?"
-¿Dónde vais? -se interesó.
- Vamos a  recoger un poco de musgoseta para elaborar unas medicinas -respondió a voces Yumara- ¿Te gustaría acompañarnos?
- Eso ni se pregunta, en un segundo os alcanzo -dijo Antonio que ya  corría a preparar su montura. Estaba un tanto aburrido y mientras volvía su duende con los nuevos resortes, no podía hacer nada, así que pensó que estirar las piernas le vendría bien.-  

Antonio no tardó mucho en ir a los establos y preparar su caballo, a los pocos minutos el muchacho dio alcance a sus compañeras y situó su montura al mismo paso para hacer el camino junto a ellas. La seño Lola montaba una extraordinaria yegua de pelaje gris, el ligero sudor del camino, aliado con los imponentes rayos del sol del medio día le otorgaban un aspecto argénteo. Yumara, por su parte, se dejaba llevar por un orgulloso macho de color inmaculado, blanco como las montañas del norte. Cande cabalgaba sobre un hermoso ejemplar moteado con machas blancas en torno a un brillante tono café. 

- Gracias por dejar que os acompañe, estaba   tan nervioso como un animal enjaulado. La tensión en el Bastión se hace palpable, cada día que pasa sin noticias de los grupos que mandamos en busca de ayuda es una puñalada a la moral de nuestras tropas -dijo Antonio-. 
- Nuestra única esperanza es que consigan traer el Zafiro, es normal que todos estén un poco nerviosos pero debemos confiar en  nuestros compañeros - afirmó Yumi-.
- Bueno, y ¿qué es eso que tenemos que buscar?- se interesó Antonio cambiando de tema.-
- Buscamos un  ingrediente para un remedio curativo que se llama musgoseta que tiene la capacidad de retrasar la muerte cuando las heridas son muy graves – aclaró la maestra Lola.
Antonio quedó pensativo tratando de descifrar la aplicación de tal remedio, hasta que preguntó:
- ¿Para qué tal medicina? Es decir, si las heridas son muy graves y no tienen solución ¿no sería más piadoso dejar que la muerte siga su curso para evitar el sufrimiento y la agonía al paciente?
- Es muy buena pregunta, y trataré de explicártelo - comenzó Lola-. Uno de los peligros a los que nos enfrentaremos  cuando seamos atacados por las huestes de Górmul es en convertirnos en nuestros propios enemigos. Tal y como nos han explicado en la asamblea, los cadáveres actúan como recipientes de las almas malignas. Si tras nuestras murallas mueren los defensores víctimas de las ballestas y máquinas de asedio, pronto se levantarán como No-muertos para atacarnos desde dentro. Además, las casas de curación se pueden convertir en  un hervidero de muertos andantes. Debemos ser realistas, no podremos salvar a todos los heridos a los que atendamos, pero con la musgoseta, podré retrasar su muerte y por tanto, que sean poseídos.

Antonio miró con cierta admiración a la sanadora, sintió como una oleada de esperanza agitaba su espíritu, cayó en la cuenta de que todos  estaban haciendo un gran trabajo y que eso, aunque fuese difícil, aumentaba sus posibilidades de victoria.   

- Pararemos por aquí -ordenó Cande que tenía una sensibilidad especial para percibir los sentimientos de los animales-.
- ¿Aquí? Pero apenas nos hemos alejado unos cuantos kilómetros del Bastión, podíamos haber venido andando -observó el joven flaimer-.
- Antonio, los caballos, al igual que tú, necesitan estirar las piernas. Son nobles rocines de batalla y no se les puede mantener encerrados en diminutas cuadras, tienen que estar preparados para el combate -mientras decía esto acariciaba el poderoso costado de su montura, y esta, tratando de devolverle el gesto de cariño, giró su cuello  acercando la cara a la mano de Cande-.
- Bueno chicos - dijo Lola bajando con cuidado de su yegua- la musgoseta crece en lugares húmedos y oscuros, tal vez en grietas en la roca o en alguna cueva ¡Vamos, es hora de buscar!
Comenzaron la búsqueda en las proximidades a una pequeña colina. Rodearon las faldas de la montaña tratando de buscar aberturas en la roca. Al poco rato Yumara gritó a sus compañeros:
- ¡Hey! Aquí he encontrado un buen sitio.
- Mmmm, parece un lugar prometedor -dijo Lola- Antonio, nos harías los honores de entrar tú primero -solicitó guiñando un ojo-.
- Con mucho gusto- Antonio se adelantó captando la indirecta de su compañera, cogió una rama seca del suelo e invocó su poder elemental prendiéndole fuego improvisando una antorcha.
Las sombras se proyectaron en el interior de la cueva, grandes y amenazantes. Los cuatro penetraron en la montaña en busca de la musgoseta. Se sorprendieron al ver que la cueva era mucho más pequeña de lo aparentaba. Tenía los techos y paredes lisos, parecían cincelados a voluntad. Cande reparó en el detalle.
- Os habéis fijado en los techos y las paredes, son extraordinariamente lisos y tiene pinta de haber sido el hogar de alguien. 
- No fue hogar de nadie -aclaró Antonio- Son almacenes de caza, los usaban los orcos cuando se alejaban mucho de sus hogares. Habilitaron cuevas de este tipo para almacenar frutas silvestres, o las piezas que cazaban en las cercanías. De este modo podían estar varios días cazando en los alrededores sin tener que llevar pesados fardos. Digamos que era como un almacén temporal. Luego volvían con carros y bestias de carga y se llevaban todo a sus hogares. Según leí usaban magia de fuego para pulir la roca y purificarla, de ese modo las alimañas e insectos no podían ocultarse, quedando a salvo los alimentos que almacenaban. En otros tiempos esta cueva estaría cerrada por una gran puerta de madera o piedra, pero los años habrán terminado por hacerla desaparecer. 

Efectivamente para ser un lugar abandonado en mitad de la naturaleza, estaba bastante limpio, la arena del suelo era fina y uniforme y la temperatura dentro era mucho más fresca que en el exterior, ideal para mantener  saludable durante unos días cualquier alimento.
- ¡Puaj!- exclamó Yumi desde uno de los rincones de la cueva- ¿No oléis esa peste?
- Es cierto, yo también la huelo - afirmó Cande echándose las manos a la nariz-.
- Jeje, aquí tenéis a la responsable del hedor -Antonio alumbró con la antorcha el cadáver de una inmensa rata que yacía en el suelo en evidente estado de descomposición- por el estado de la piel parece que lleva muerta unos 4 días.
- ¡Pobre rata! -lamentó Cande que amaba a cualquier animal-.
- ¡Ajá! Y aquí está la "asesina de ratas"- dijo la maestra Lola dirigiéndose a la base de la pared próxima al animal- ¡¡Musgoseta!!
En el lugar donde la roca se unía con el suelo crecía una mata de musgo de un color cobrizo, a diferencia del musgo convencional, la planta estaba formada por brotes vegetales que tenían forma de minisetas, de ahí el nombre de musgoseta.
- Parece que la rata se dio un atracón de musgoseta y ha dormido demasiado- señaló Lola-.
- ¿Pero no se supone que esta planta retrasa la muerte? ¿Por qué ha matado a la rata? - se extrañó el joven-.
- La musgoseta retrasa la muerte, pero si  se consume en altas cantidades provoca un sueño increíblemente profundo, la rata probablemente  lleva durmiendo más de un mes, por tanto no ha podido alimentarse ni beber. Ha muerto de hambre, no hay cuerpo que aguante tanto tiempo sin nutrientes -explicó la sanadora-. 
- Bueno, la tarde se hace vieja y deberíamos de regresar pronto al Bastión, cojamos la musgoseta necesaria y marchémonos.
Desde la apertura de la cueva se proyectó una nueva sombra hacia el interior y un extraño sentimiento de peligro se apoderó de los miembros del Consejo.
- Vosotros no iréis a ningún sitio -dijo una voz arenosa desde la puerta-. 

Todos giraron como resortes para contemplar  a un extraño guerrero vestido con una armadura de cuerno tan negra como el más profundo de los abismos, su cara estaba cubierta por una máscara terrible  y en sus manos empuñaba dos  dagas peligrosamente afiladas. Al lado, un enorme lobo de batalla se encontraba en postura semiflexionada con los pelos de la espalda erizados: un wargo.
- Tened cuidado, esto no tiene buena pinta -dijo Antonio susurrando a sus compañeras-.
Cande y Yumi, instintivamente movieron sus manos despacio hacia su cinto y acariciaron la empuñadura de las espadas. La maestra Lola se adelantó y se puso junto Antonio en actitud defensiva mientras empuñaba con firmeza su bastón.
- Ñiajajajaja ¿Y vosotros sois los que preocupáis a mi Amo? - preguntó sarcásticamente mientras reía-. No tengo ni para empezar, disfrutaré de esto, os lo prometo -hizo un gesto y el lobo de plantó amenazador en la puerta impidiendo la huida-
- Ataquemos  todos juntos, no podrá evitar nuestras espadas- propuso Antonio, en voz baja.
Sus compañeros asintieron ligeramente con la cabeza expresando su conformidad. Mientras, su atacante avanzaba despacio, haciendo rozar las hojas de sus dagas emitiendo un molesto silbido.
- ¡¡Ahora!! -dijo Antonio. 

El joven hincó su rodilla en el suelo ofreciendo su espalda a Yumi, ésta se apoyó en su compañero y dio un gran salto esgrimiendo su espada mientras volaba por los aires. Por su parte Cande rodó por el suelo dirigiendo una estocada a las piernas. Era un movimiento ensayado para  desbordar al adversario atacándolo desde varios frentes. Con una rapidez asombrosa y con movimientos propios de una serpiente, aquel extraño ser consiguió esquivar el ataque de Antonio y Cande pero Yumi, desde las alturas, consiguió descargar un mandoble que impactó con la suficiente fuerza como por hacer saltar la máscara de su contrincante. Al contemplar la cara del ser que los atacaban quedaron conmocionados y al mismo tiempo aterrorizados, ¡era imposible! se suponía que llegarían en 4 días ¡¿Cómo podían estar tan cerca del Bastión?!
- ¡Es un No-muerto! -gritó alterada Yumi al contemplar el rostro cadavérico de su oponente.
- No-muerto…mmmm -quedó pensativa la criatura- ¡Me gusta! Aunque prefiero que me llaméis Maldafur, asesino al servicio de su grandiosidad Górmul, para  serviros… -y con un tono sarcástico añadió-…para serviros una muerte cruel y lenta ¡Ñiajajaja!

7 comentarios:

  1. Eee maestro sigue asi con tus historias que me encantan pero lo malo que faltan pocas para que se acaben

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  2. Cada día esta mas interesante
    Elisea

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  3. Maestro esta muy chula PEPI

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  4. Maestro esta muy chula por la abuela Lumi

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  5. Maestro esta muy bonita Teilla

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  6. Maestro esta muy interesante Rafi

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  7. Maestro es muy bonita sigue asín Diana

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