Érase una vez un mundo llamado Dámbil. En ese hermoso
mundo había una isla llamada Arabón, donde habitaban millones de razas
misteriosas y con un gran poder. Allí viven humanos, elfos, orcos, magos, dragones,
trasgos, duendes y trolls y ahí estaba Luis, uno de los más fuertes de Dámbil.
Desde pequeño lo entrenaban haciendo técnicas y
esforzándose mucho. Lo entrenaba un maestro con gran poder se llamaba Tiempo.
Era el más fuerte, el más épico, el más legendario. Todos le admiraban arrodillándose
ante él. El había entrenado a los más poderosos de todo Dámbil y el presentía
que Luis era el mejor de ellos. Tenía un grandísimo poder dentro y Tiempo lo sabía.
Pero algo cambió. Cada vez que Luis entrenaba cambiaba exageradamente su poder
y cuando se enfadaba muchísimo se le ponía un aura de color azul y morado a la
vez. Y un día descubrió que podía hacer bolas de energía y lanzarlas. Cuando
chocaban con algo explotaban y llegó el torneo de los más fuertes.
Luis ya era un adulto, ya era impresionante. Su
maestro Tiempo estaba muy orgulloso. En el torneo todos se fijaban en el
maestro Tiempo y en Luis. Luis derrotó fácilmente y con un toque al primer
rival y así aguantó hasta el último.
En el último combate el rival no era muy fuerte solo
que era muy rápido y Luis no le daba ni un golpe. Pero finalmente ganó y se
convirtió en el más fuerte del planeta Dámbil ahora por fin Luis era el rey y
dijo “quiero que se haga un escuadrón con 18 humanos los más fuertes que
encontréis” y se montó una fila muy grande de humanos y finalmente escogió a 17
y contando con Luis son 18. Luis una vez fue a salir a entrenar y encontró a
una persona, era una mujer se llamaba Ainhoa. Ainhoa era una entrenadora experta
y entrenaba a los niños para que fuesen más fuertes. Esos niños parecían tener
unos 11 años y parecía que se fortalecían muy bien. Ainhoa vio a Luis y anduvo
hacia él y dijo:
- Oh el rey Luis ¿qué desea señor?”-
habló con firmeza-.
- Quiero que tú seas la entrenadora de
mi nuevo escuadrón de los 18- respondió alegre-.
- Seré la entrenadora encantada.
Cuando llegaron al palacio del rey Luis y vio a el
escuadrón dijo Ainhoa:
- Falta un miembro.
- Soy yo - respondió Luis-.
Ainhoa se emocionó, por fin iba a entrenar a alguien fuerte
de verdad.
A los 6 años el escuadrón de los 18 ya estaba bien
entrenado y preparado para cualquier cosa mala que pasara. Mientras, Luis
estaba entrenando solo. De pronto escuchó un ruido muy fuerte, el ruido venia
de una tienda que había al lado de una casa abandonada pero en buenas
condiciones. Luis vio a un malvado demonio, el demonio tenía piel de color
negro y con una armadura muy bien protegida. En la muñeca tenía unos números
raros, ponía 66 o 666 no se veía muy bien. Los ojos los tenía rojos
ensangrentados
y quería sangre y muerte. Luis no dudó en salir y
enfrentarse al malvado demonio, parecía ser fuerte pero Luis pensaba que no
sería una amenaza para él. Luis ya se enfrentó a más demonios más malvados y más
fuertes que este seguramente. Luis con su velocidad se acercó al enemigo y le
dio muchos puñetazos por segundo. Luis descubrió la habilidad de pegar más de
500 puñetazos por segundo pero no le hacían nada al demonio, siguió y siguió
pero era imposible hasta que vinieron los del escuadrón de los 18. Juntos
luchaban y luchaban con el malvado demonio. El demonio alzó su gran hacha y le
dio al suelo con todas sus fuerzas y levantó
una gran ola de piedra y aire y desencadenó un gran terremoto. Todos se cayeron
al suelo pero se levantaron rápidamente como un rayo.
Luis se enfadó muchísimo, desató su furia, estaba
exageradamente enfadado. Todos observaron como el rey se transformaba en un
dios, en un guerrero más poderoso y más
malvado. Luis se volvió malvado toda su furia se desató, le salió una aura muy
grande de color rojo fuerte. Luis estaba recargando una bola de energía esa
bola de energía es la que todos los dioses llamaban kamehameha. Solo un dios la
dominó y con Luis ya eran dos. Se la
lanzó al enemigo y por fin lo derrotó. Lo desintegró por completo y de repente
esa furia de Luis desapareció. Parecía ser que solo se volvía malvado cuando un
enemigo atacaba a sus amigos o seres queridos. Ese malvado demonio era el más
fuerte sin duda con el que había luchado
Luis.
Escrita por Luis Fernández Muñoz
Escrita por Luis Fernández Muñoz
¡Qué emoción formar parte del escuadrón de Luis! Así defenderíamos nuestro planeta de aquellos seres malvados cuya pretensión no es otra que hacernos la vida más difícil. ¡A la batalla! ¡Por Dámbil!
ResponderEliminarEl "dire"