Érase una vez un
mundo llamado Dámbil. En ese mundo había un continente llamado Fire Heights
(Alturas de Fuego) en las profundidades de ese continente había una cueva en la
que solo unos pocos habían entrado. En ese lugar se ubicaba un corazón de
cristal, un zafiro protegido con unos adornos de metal. El zafiro es de color
rojo con manchas moradas, es el cristal más hermoso encontrado jamás. Algunos
creían en él y otros solo decían que era una historia inventada.
En las alturas de
fuego había diversas criaturas. Había criaturas de fuego, agua, aire y tierra.
Los de agua siempre estaban empapados, los de fuego siempre en llamas, los de
aire volando y los de tierra hablando con las piedras, árboles etc. Pero no
todo iba a ser perfecto, un malvado ser se dirigía a las Alturas de Fuego con
sed de sangre y destrucción. El se llamaba Gorhogmul y cuando se disfrazaba de
humano se hacía pasar por Jailibou. Gorhogmul venía desde unas tierras muy lejanas
de Fire Heights venía desde The lands of darkness (Las tierras de la
oscuridad.) El malvado ser había derrotado muchos dioses y había dominado
muchas tierras, toda la gente le deseaba la muerte por matar cruelmente a sus
seres queridos. Pero había una persona especial, se llamaba Sam, él era un niño
amable con un corazón puro hasta que vino Gorhogmul a sus tierras. El niño se
escondió en su casa ya que no tenía ni padre ni madre, era huérfano pero desde
que mataron a sus padres esa furia se quedó en su interior y nació un poder
dentro del niño.
Un hombre
misterioso con una capucha negra al que no se le veía la cara, siempre veía a
Sam entrenar con un muñeco de madera que tenía detrás de su casa. Entrenaba
bien y al hombre misterioso le gustaba. Un día se acercó a él y le dijo:
- ¿Tu eres Sam? -preguntó con gusto.
- Si ¿por qué lo preguntas? -el pequeño
le respondió.
- He visto como entrenabas y me gusta
como pegas esos puñetazos, pareces muy fuerte y tienes mucho poder en tu
interior ¿sabes hacer técnicas? -preguntó el encapuchado.
- Sí, he aprendido a lanzar ataques de
fuego a distancia como los antiguos magos que vivían en estas tierras
- Oye Sam, quiero que seas el guardián
del zafiro del poder.
- Sí, encantado señor.
- Bien te llevaré a la sala subterránea
donde se encuentra.
Cuando Sam llegó
vio el zafiro, era tan hermoso y estaba protegido con una urna de cristal que
cuando la tocabas saltaba la alarma.
Sam ya estaba
protegiendo el cristal, él creía que en su primer día no pasaría nada, pero de repente
se escucharon muchos golpes en la pared y el niño tenía miedo de que se lo
llevaran. Sin el zafiro, la Tierra no estaba segura, el zafiro era lo que ponía
el mundo correctamente para que no se desvíe de su alineación. Los golpes sonaban cada vez mas fuertes hasta
que llegaron las criaturas oscuras. Eran solo sombras, como demonios malvados y
deseaban la muerte. Estaban enfrente del
muchacho, eran unas 30 o 40 criaturas oscuras y se tiraron a por Sam pero él se defendió y
empezó a pegar puñetazos. Le alcanzaron
2 puñetazos y Sam cayó inconsciente. Estaba teniendo un sueño, recordaba a sus
padres cuando le abrazaban le daban cariño y se despertó con una furia
exageradamente descontrolada, derrotó a 10 de un solo golpe. Esos golpes eran
como los de los dioses Sam pegó un grito y dio una palmada muy muy muy fuerte, hizo una onda expansiva y los derrotó a todos
el zafiro se encontraba intacto pero vino Jalilibou mas bien conocido por Gorhogmul
se enfrentaron los dos. Gorhogmul pegó
unos puñetazos muy fuertes mientras decía:
-Has matado a
todo mi ejército ¡¡¡Y no te lo perdonaré!!!
Sam paró el
golpe de Gorhogmul, le dijo que era muy fuerte pero tenía que proteger el
zafiro no podía caer en malas manos si lo conseguía tendría el poder absoluto.
Sam se enfureció y usó su poder máximo se esquivaba todos los golpes y le
pegaba con una fuerza como para tirar un gran castillo. Es una locura pero se
puso muy enfadado, el corazón se le puso a 1000 por hora y no cesó, finalmente
lo derrotó. Estuvo a punto de matarlo pero lo dejo vivo porque quería luchar
otra vez con él. Jalilibou se fue y no volvió más pero a Sam no se le iba a
olvidar de esa lucha jamás, ese enfrentamiento de dioses era impresionante. Sam
le dijo al hombre misterioso que no sabía cuanto tiempo aguantaría con ese
trabajo tenía que proteger el zafiro con su vida y no podía ni enseñárselo a nadie.
Bueno en
realidad esto es una historia escrita por Luis en un libro, en realidad yo no
soy un niño ya me he hecho mayor y mi historia se ha quedado grabada en mi
mente y nunca la olvidaré ahora que todo siga su curso y espero que no os pase
esto a vosotros.
Escrita por Luis Fernández
Bueno Luis, hay muchos puñetazos en tu historia, le da un toque de video juego. Lo.mejor de ella es cuando Sam recordaba los abrazos se sus padres,pero el no tenerlos hacia sentir en.él rabia.umm si hubiera sido cristiano tu protagonista seguro q la rabia se había convertido en fuerza pq Dios le habría ayudado.Está muy bien redactada
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