Érase una vez la Isla
del Terror. Había un zafiro de
corazón que por dentro se quemaba y había tanto fuego que por dentro se quería
explotar, pero no podía. Pero ¿por qué no se podía explotar? Porque si
explotaba salía todo el mundo ardiendo.
Pero hay un hombre que estaba buscando ese zafiro, que se llamaba Jokin. Tenía el pelo castaño, vestía de color negro,
era alto, tenía los ojos grandes, los zapatos rotos y todo el cuerpo pintado de negro.
Un día Jokin descubrió donde estaba el zafiro, y fue a
buscar ayuda y encontró a un guerrero llamado Drake, un mago llamado Balastar
y una princesa llamada Listen.
Se juntaron los
cuatro y se fueron donde estaba el zafiro, pero el zafiro cuando llegaron, no
estaba. Mandaron a una patrulla pero no hubo resultados. La patrulla encontró
un ladrón que saltaba por las
azoteas. La patrulla vio como salía
corriendo y salió detrás de él, finalmente lo pillaron. Lo interrogaron:
- ¿Por qué me quitas el zafiro? - le preguntó el jefe de
los guardias.
- Porque soy pobre y lo cogí para venderlo - dijo el
ladrón asustado.
- Aunque seas pobre ¿por qué lo coges si no es tuyo?
- Porque quería
comprar comida para comer -dijo el ladrón.
- ¿Tú no sabes lo peligroso que es ese zafiro? Podías
haber destruido todo Dámbil -le dijo el guardia muy cabreado.
- Lo siento, os
ayudaré a llevar ese zafiro - dijo
arrepentido-.
- Nuestra misión es buscar una caja mágica para meter
ese zafiro para que no explote.
- Quitadme las esposas que conozco un mago llamado Balastar…
- Pero si va con nosotros -dijo el jefe de los guardias.
- Iremos a la comisaría y le diremos al mago
Balastar, ven con tu espada mágica y una
caja mágica para meter este zafiro para que no queme nuestras manos y no nos
destruya.
Pero al cabo de un tiempo...
- Por mucho que nos hayas ayudado estos 2 años tenemos
que echarte porque has robado una cosa muy peligrosa -dijo el jefe de los
guardias.
- Ya lo sé, contestó el ladrón, que es una cosa muy peligrosa
pero os he ayudado
- Como sigas hablando te meto 5 años más y ya estarás 10
años en la cárcel -dijo muy cabreado el jefe de los guardias.
-
Vale, dijo el
ladrón.
Vamos
a ocultar la piedra. La meteremos en una caja fuerte para que no la roben más, y luego la vamos
echar en medio del mar.
Y al cabo de esos 5 años el
ladrón salió en libertad y al cabo de 3 años más la patrulla se enteró que se murió.
Un pescador cazó una ballena
y la sacó del mar, vomitó esa caja fuerte
que tiraron en medio del mar con las llaves puestas y el hombre joven como no sabía de quien era pues la abrió y vio un zafiro. Era tan brillante y costaba tanto dinero que las lágrimas se le saltaron y se fue para su
casa. Al día siguiente se fue unos de los guardias con sus niños y su mujer a comer. El que se encontró el
zafiro estaba allí también. El guardia se dio la vuelta y vio a ese joven con
ese zafiro y le dijo a sus niños y a su
mujer “ya vengo”. Fue a la comisaria corriendo con él con el caballo y avisó: “montaos corriendo”. Se montaron cinco
guardias y fueron con los caballos de
policía y entraron corriendo.
Le dijo a los guardias
-¡Miradlo! –señalando al pescador ¡Alto policía dame
ese zafiro corriendo que como lo toques te destruirá!
Lo cogieron corriendo y se fueron y ya no lo perdieron
más. Se lo quedó el jefe de los guardias para siempre.
Escrita por Joaquín Muñoz Sánchez
Pobre hombre!!! El zafiro tenía tela, como tú so petardo!!! Pero tienes estilo,así que me ha gustado tu historia.
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